
En su primera gran actuación de postemporada en las Grandes Ligas, Yoshinobu Yamamoto demostró por qué fue una de las adquisiciones más valiosas para los Dodgers de Los Ángeles. El lanzador japonés logró una hazaña que no se veía desde 1965, cuando el legendario Sandy Koufax brilló con una de las presentaciones más dominantes en la historia del beisbol.
El derecho nipón se unió a Koufax como los únicos pitchers en la historia de la MLB en lanzar al menos nueve entradas con siete ponches, permitiendo solo una carrera o menos y un máximo de cuatro hits en juegos consecutivos de postemporada. Un registro que lo coloca directamente en la conversación de los mejores debutantes en escenarios de alta presión.
Su dominio fue absoluto desde el primer inning. Yoshinobu Yamamoto utilizó su combinación de velocidad, control y cambios de ritmo para neutralizar por completo a la ofensiva rival. La precisión de su recta y la caída de su splitter volvieron a ser sus armas principales, recordando el estilo clásico de los ases de antaño. Más allá de las estadísticas, su presencia en el montículo reflejó calma, confianza y una madurez que sorprende para un debutante en estas instancias.
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Los Dodgers encontraron en él la figura que necesitaban para comandar su rotación en octubre. Después de un inicio de temporada irregular, Yoshinobu Yamamoto ajustó su mecánica y cerró el calendario con actuaciones que anticipaban su explosión en la postemporada. Ahora, con su nombre al lado del de Koufax, el japonés consolida su estatus como una de las grandes sensaciones del beisbol moderno.
Con este logro, Yoshinobu Yamamoto no solo honra el legado de los grandes lanzadores del pasado, sino que abre una nueva era para los Dodgers. Su dominio recuerda que la excelencia en el montículo trasciende generaciones y nacionalidades, y que el nuevo “Koufax” del siglo XXI podría tener raíces en Japón.






