El 7 de octubre de 2023, la región de Oriente Próximo fue testigo del inicio de un conflicto devastador. En plena festividad judía de Sucot, Hamás lanzó un ataque sin precedentes contra Israel.
Unos 3.000 milicianos, usando coches, motos y parapentes a motor, asaltaron kibutzim en la frontera con Gaza y dispararon más de 5.000 cohetes sobre territorio israelí. Este fue el comienzo de la Operación Tormenta de Al-Aqsa, que se cobró la vida de 1.200 personas y dejó a 251 secuestradas. El ataque también incluyó el asalto a un evento masivo, el “Festival Nova” en el Néguev, lo que marcó el inicio de un año de intensos combates.
El 8 de octubre de 2023, Israel respondió con la Operación Espadas de Hierro, una ofensiva militar que se centró en bombardeos sobre la Franja de Gaza y un asedio terrestre. La violencia escaló rápidamente, y solo unos días después, el primer ministro Benjamín Netanyahu anunció la formación de un gobierno de emergencia. A medida que avanzaban los bombardeos, la población civil de Gaza quedó atrapada en un enclave sitiado y cada vez más devastado por los ataques.
El bombardeo del hospital de Gaza
El 17 de octubre, la tragedia alcanzó un punto álgido cuando un misil impactó el hospital baptista Al-Ahli, en Gaza, matando a más de 400 personas. Israel y Hamás intercambiaron acusaciones sobre la responsabilidad del ataque, mientras el sufrimiento de los civiles en la región se intensificaba.
Invasión terrestre y escalada del conflicto
El 27 de octubre, Israel lanzó su invasión terrestre en Gaza. Las tropas avanzaron, cercando zonas clave, como el hospital Al Shifa, considerado por las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) como un bastión de Hamás. El conflicto no se limitaba ya a ataques aéreos o enfrentamientos esporádicos; las operaciones terrestres y el cerco a la población civil revelaban la magnitud de la destrucción en Gaza. Para finales de noviembre, el conflicto comenzaba a expandirse, y el Líbano se sumaba a las tensiones cuando Hezbolá se involucró en el conflicto.
En medio de la destrucción, el 24 de noviembre, se alcanzó un acuerdo para un alto el fuego temporal entre Israel y Hamás. Este acuerdo permitió la liberación de más de 100 rehenes israelíes y 250 prisioneros palestinos. Sin embargo, la paz fue efímera, ya que para enero de 2024, la violencia había retomado con fuerza. La escalada continuó con el asesinato de Saleh al-Arouri, comandante de Hamás, en Beirut, y el cerco a varias ciudades palestinas, como Jan Yunis y Rafah.
Expansión del conflicto a Irán y Siria
La implicación de actores externos se hizo evidente cuando, el 1 de abril de 2024, el consulado iraní en Damasco fue atacado, lo que resultó en la muerte del comandante de la Fuerza Quds iraní, Mohammad Reza Zahedi. Esto provocó que, por primera vez, Irán lanzara misiles balísticos contra Israel el 13 de abril. El conflicto se extendía más allá de Gaza y Líbano, atrayendo a otras potencias regionales en un ciclo de represalias.
A lo largo de 2024, las acciones israelíes en Gaza y los territorios palestinos provocaron reacciones internacionales. El 20 de mayo, el fiscal de la Corte Penal Internacional solicitó órdenes de detención contra altos dirigentes israelíes y de Hamás, intensificando las presiones diplomáticas. Sin embargo, la violencia no cesaba. En julio y agosto de 2024, ataques selectivos de Israel eliminaron a altos dirigentes de Hamás, como Ismail Haniyeh y Mohammed Deif, y de Hezbolá, como Fuad Shukr y Hassan Nasrallah.
En septiembre, las operaciones israelíes continuaron tanto en Gaza como en el sur del Líbano. El 17 de septiembre, una serie de explosiones letales, atribuidas a Israel, afectaron a cientos de milicianos en Líbano y Siria, a través de dispositivos suministrados a las tropas de Hezbolá. Esta estrategia militar logró su punto culminante el 27 de septiembre, cuando un ataque israelí mató al líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, en Beirut, lo que llevó a una nueva escalada.
Irán interviene directamente
El 1 de octubre de 2024, Irán lanzó un nuevo ataque directo contra Israel, en represalia por los asesinatos de Haniyeh y Nasrallah. Aproximadamente 200 misiles balísticos fueron disparados, y ese mismo día, un atentado terrorista en Jaffa, al sur de Tel Aviv, mató a siete personas, demostrando que el conflicto había alcanzado un nuevo y peligroso umbral.
Un año de destrucción
A un año del inicio de esta guerra, el saldo es devastador. Gaza ha sido semidestruida, con un número de muertos que supera los 42.000, mientras que Israel ha sufrido ataques constantes, tanto de Hamás como de Hezbolá e Irán. El conflicto, que inicialmente parecía limitado a un enfrentamiento entre Israel y Hamás, ha transformado la geopolítica de Oriente Próximo, involucrando a potencias como Irán y Siria y generando un impacto internacional significativo.
El futuro de la región es incierto, y el riesgo de un conflicto más amplio sigue latente. Lo que comenzó como una operación militar en Gaza ha terminado por convertirse en una guerra que amenaza con redibujar las fronteras políticas y sociales de Oriente Próximo.