
Este lunes por la mañana, durante una comparecencia convocada en Londres con el objetivo de frenar el deterioro político provocado por las acusaciones dirigidas contra su ministra de Economía, Rachel Reeves, el primer ministro británico, Keir Starmer, defendió con énfasis tanto la … integridad del presupuesto nacional presentado la semana pasada, como la honestidad del Gobierno en la presentación de la situación fiscal que lo justifica. Lo hizo en un momento en que la oposición conservadora intensifica sus demandas de dimisión de la ministra y cuando grandes medios, incluidos ‘The Telegraph’ y ‘The Times’, han publicado informaciones que cuestionan la narrativa oficial sobre un supuesto «agujero negro» en las finanzas públicas.
Starmer insistió en que él y Reeves no engañaron a nadie en los días previos al presupuesto marcado por un incremento fiscal de unos 30.000 millones de libras, y explicó que las conclusiones partieron de una revisión de productividad elaborada por la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria. (OBR) que reflejaba un desfase de 16.000 millones respecto a lo previsto. «Hubo una revisión de productividad de la OBR. El resultado fue que había 16.000 millones menos de lo que de otro modo habríamos tenido. Ese es un punto de partida difícil para cualquier presupuesto». Añadió que el Gobierno había hecho compromisos explícitos, especialmente en la protección del Sistema nacional de salud (NHS), la reducción de los costes de endeudamiento y la lucha contra el coste de la vida, y que dentro de ese escenario «era inevitable que tuviéramos que recaudar más ingresos, así que no hay engaño ahí».
Pero la polémica se intensificó cuando la OBR publicó el viernes pasado, de forma poco habitual, la carta enviada al Tesoro el 31 de octubre, en la que estimaba un superávit de 4.200 millones antes de considerar las medidas del presupuesto. Esa cifra contrastaba con la idea de un déficit multimillonario que Reeves había invocado en sus intervenciones previas. ‘The Telegraph’ incluso ha hecho un recuento de «todas las veces en que Reeves afirmó falsamente que existía un agujero en el presupuesto», algo que «ocurrió a pesar de que la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria le dijo a la señora Reeves que no había ningún déficit en las finanzas públicas».
La oposición conservadora vio en estos datos la confirmación de sus críticas. Su líder, Kemi Badenoch, ha exigido la dimisión inmediata de Reeves. En declaraciones a la ‘BBC’, sostuvo que «la ministra convocó una rueda de prensa de emergencia describiendo unas finanzas terribles y ahora hemos visto que la OBR le dijo exactamente lo contrario», y agregó que Reeves «sube los impuestos para pagar el bienestar» y que está «haciendo más pobres» a quienes «trabajan duro». En el debate parlamentario, Badenoch ya había calificado a la ministra de «sin carácter, sin vergüenza y completamente carente de rumbo».
A las críticas conservadoras se sumó Reform UK. Su líder, Nigel Farage, solicitó una investigación sobre un posible incumplimiento del código ministerial por parte de Reeves, alegando que sus mensajes anteriores al presupuesto presentaron un panorama fiscal más negativo del que realmente existe.
La presión aumentó todavía más cuando ‘The Times’ publicó que varios ministros se consideraban engañados. Según ese diario, Reeves habría subrayado repetidamente una situación fiscal crítica en una serie de reuniones de gabinete celebradas antes del presupuesto, incluida la del 4 de noviembre, en la que la ministra dio a entender que podría romperse el compromiso electoral de no subir el tipo básico del impuesto sobre la renta debido a un panorama marcado por «aranceles, costes de endeudamiento inestables, inflación y productividad a largo plazo». Ni los ministros ni el público conocían el superávit comunicado por la OBR.
El primer ministro reconoció este lunes, en una admisión inusual, que incluso consideró necesario romper el programa electoral con el que ganó las elecciones el año pasado. Sus palabras fueron: «Hubo un momento en el que sí pensamos que tendríamos que incumplir el manifiesto para lograr lo que queríamos lograr», pero «más adelante resultó posible hacerlo sin incumplir el programa electoral». Con ello admitía que la posibilidad de infringir sus compromisos electorales sobre tasas estuvo efectivamente sobre la mesa.
Starmer también dedicó buena parte de su intervención a defender el presupuesto en sí mismo y a expresar con claridad su satisfacción por las medidas adoptadas. «Estoy orgulloso. Estoy orgulloso de que elimináramos el límite de dos hijos. Estoy orgulloso de sacar a más de medio millón de niños de la pobreza. Orgulloso de que hayamos vuelto a subir el salario mínimo nacional», aseveró, y añadió que su Gobierno ha tomado decisiones difíciles orientadas a «hacer la vida mejor para las familias trabajadoras». En otro momento de su discurso afirmó que, gracias al trabajo de su Ejecutivo, el país «ha atravesado la parte más estrecha del túnel» después de haber reducido los tiempos de espera en el NHS, contenido la inmigración, bajado la pobreza infantil y acelerado el ritmo de reducción del endeudamiento.
Por su parte, la ministra trató también de contrarrestar las acusaciones antes del discurso de Starmer. En declaraciones a la ‘BBC’, negó haber mentido, y Darren Jones, secretario jefe del primer ministro, defendió su actuación, rechazó la idea de que el gabinete deba ser informado cada vez que varíen las previsiones, incluso si los cambios son significativos y explicó que solo los ministerios afectados intervienen en fases determinadas del proceso presupuestario.
Mientras tanto, las tensiones aumentan en el interior del Gobierno. Ministros citados por la prensa local afirmaron no comprender cómo se gestionó la comunicación previa al presupuesto y la divulgación anticipada por error del presupuesto, 52 minutos antes de su presentación oficial, también ha provocado presiones adicionales.






