Un Sinner inclemente revalida el trono en Riad y el botín de los seis millones de dólares

Plusdeporte3 days ago49 Vistas

No lo esconde Jannik Sinner, el mayor premio en metálico del tenis ahora mismo es una motivación más que suficiente para aterrizar en Arabia Saudí apenas unos días después de abandonar en Shanghái por calambres y mareos. Tampoco esconde el italiano que cualquier duelo con Carlos Alcaraz lo llena de una energía distinta. Es la final del torneo de los Seis Reyes, es el premio de los seis millones de dólares, es ganar al español, es mandarle un recado, es un triunfo apabullante por 6-2 y 6-4 que lo mantiene en el trono de Riad por segundo año consecutivo. El podio lo completa Taylor Fritz que ganó a Novak Djokovic por 7-6 y retirada del serbio, acosado por los problemas físicos.

  • Jannik Sinner
  • 6 6

  • Carlos Alcaraz
  • 2 4

    Siempre se espera con ganas un duelo entre Alcaraz y Sinner, aunque sea en una exhibición. También la esperan ellos, que así pueden encontrar algún aspecto propio y ajeno para poner en marcha en el siguiente choque.

    Se discuten el español y el italiano la etiqueta de mejor del año por eso cada vez que se cruzan en la pista tiene su morbo, su adrenalina, su forma de poner la intención sobre la pista, de marcar territorio. Sinner arrea tres restos implacables, como si llevara una hora jugando y solo han sido tres golpes. Y es un ‘break’ a la primera. Sin exhibiciones ni medias tintas. El italiano, con el colmillo sacado desde el inicio, con mensajito en cada intercambio, que el español le ha ganado en Roland Garros y en el US Open y eso pesa.

    Se divierte la grada porque hay de vez en cuando alguna sonrisa compartida después de unos de esos golpes mágicos de los que son dueños estos dos. Pero Sinner ha salido con la sexta marcha puesta en ese modo implacable de sus mejores momentos y no pretende otra cosa que mantenerse ahí todo lo posible. Así se cumplan 15 minutos y lleve ya dos roturas a favor. Inclemente con su servicio, rapidísimo con el resto, acribilla en cada intento de poner la pelota en juego. No quiere intercambios largos y se impulsa en estos 612 metros de altura de Riad, en la pista rápida y bajo techo, para meter fuego en cada golpe. Y un 5-1 incontestable.

    Intenta Alcaraz ser Alcaraz antes de terminar el set, una dejada imposible que saca la sonrisa de Sinner. Pero le falta rodaje, no quiere forzar nada ese tobillo izquierdo y el italiano no está para bromas y le contesta con otro resto ganador imposible de responder. Resopla el español, que, no obstante, suma su segundo juego en este rapidísimo capítulo que está escribiendo Sinner con destreza en modo monólogo. Y un 6-2 en 27 minutos.

    A Alcaraz, que no le gusta cómo está yendo todo de rápida, se le activa por fin el modo búsqueda de soluciones. Aprieta con el primer servicio, siempre escorado, y se permite un par de puntazos para animarse, un par de dejadas para intentar imponer su criterio. Incluso ante este Sinner que recuerda al férreo que ganó en Wimbledon, por ejemplo, el que ejecuta sin miramientos ni concesiones. Pero ahí sigue el español, que levanta cuatro bolas de rotura en el quinto juego y eleva los brazos al aire. Está sufriendo, está peleando. Esto sigue.

    Acude Alcaraz a la derecha cruzada, que saca por fin y que por fin hace un poco de daño. Pero sigue al límite, exigido por un Sinner tan cómodo como al principio y que vuelve a tener varias opciones de rotura. No escondía la motivación por ganar los seis millones de dólares del premio, como el año pasado, tampoco puede ocultar las ganas de derrotar a su archienemigo. Rotura para el 4-3 que es definitivo porque el italiano no cede.

    No hay clemencia en este Sinner tiránico con el servicio, con el revés, con la derecha. Se deja hace el último juego, un último suspiro de Alcaraz, pero no quiere ni ver peligrar su millonario cheque. Otros tres saques impecables, un derechazo y se abrazan en la red, entre bromas y risas, pero castigo del italiano en ese 6-2 y 6-4 en poco más de una hora. Es una final, un premio, el mayor del tenis y un mensajito para lo que llega. París, y la Copa de Maestros, y la Copa Davis. Tres citas en las que se volverán a poner a prueba en otra final.

    «Creo que todo el mundo ha podido disfrutar de su nivel de tenis, que ha sido altísimo», comentó el español. «No me gusta jugar cuando él está tan bien. A veces parece que juega a tenis de mesa. Cuando juega así, me motiva para dar mi cien por cien en la pista de entrenamiento. No me ha dejado entrar en ritmo. Ha dicho que está mejorando el servicio y lo he notado hoy. No he podido encontrar soluciones», continuó el español.

    «Es una buena pregunta, no sé por qué juego tan bien en Riad. Me encanta venir, me encanta el ambiente. Carlos y otros jugadores me hacen mejorar. Este año hemos jugado muchas veces este año y me ha ganado muchas. Es una rivalidad estupenda, y muy especial nuestra amistad», admitió Sinner, que recibió la raqueta de oro como premio en especie, además del cheque de los seis millones de dólares.

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