El fenómeno de Shohei Ohtani no se limita al terreno de juego. Por tercer año consecutivo, la camiseta del japonés se convirtió en la más vendida de MLB, reflejo de su popularidad global y del impacto que genera en los aficionados. Su llegada a los Dodgers de Los Ángeles solo ha potenciado esa influencia, con una base de seguidores que se expande tanto en Estados Unidos como en Asia y otras partes del mundo.
En el listado oficial divulgado por la liga, Aaron Judge aparece en la segunda posición, consolidando su estatus como el rostro de los Yankees y uno de los peloteros más mediáticos. Freddie Freeman y Mookie Betts, también de los Dodgers, ocupan el tercer y cuarto lugar respectivamente, confirmando la fortaleza de la franquicia angelina en términos de mercado y atracción de fanáticos en MLB.
El top 10 lo completan Francisco Lindor y Juan Soto, en quinto y sexto lugar, dos figuras que han revitalizado la ofensiva de los Mets y que cuentan con un respaldo masivo de la afición neoyorquina y caribeña. Rafael Devers, con los Giants de San Francisco, se ubicó en el séptimo puesto, demostrando que su popularidad se extiende más allá de Boston, donde brilló durante años.
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En total, cuatro jugadores de los Dodgers y tres de los Mets figuran entre los primeros veinte, lo que refleja el peso de estas dos organizaciones en el mercado actual. El dominio de Ohtani en las ventas, sumado a la fuerte presencia de estrellas de equipos grandes, confirma que la MLB vive una era donde el talento en el campo y la influencia fuera de él van de la mano. La camiseta más vendida no es solo una prenda: es un símbolo de conexión entre los fanáticos y sus ídolos.