el crudo relato de un cirujano francés en la Franja

Mundo3 weeks ago41 Vistas

Mientras la ofensiva israelí sobre la Ciudad de Gaza obliga a miles de personas a huir una vez más, el ejército de Israel anunció la apertura de una nueva ruta para evacuar a los habitantes hacia el sur.

Los pobladores de Gaza se ven obligados a irse, pero no hay ningún lugar seguro en el enclave palestino, destruido en gran parte por la guerra. Las zonas denominadas humanitarias no son seguras ni están equipadas para acoger a más desplazados.

Un hospital infantil fue atacado por la noche por la fuerza aérea israelí, lo que interrumpió el tratamiento de los pacientes. El médico François Jourdel, un cirujano ortopédico francés que regresó de una segunda misión en los hospitales de Gaza con la ONG Médicos Sin Fronteras, relató a RFI las escenas dramáticas de las que testigo.

-Acaba de regresar de Gaza, donde ha trabajado para la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF). No era su primera estancia allí. ¿Qué ha cambiado desde su última visita a Gaza?

-Es cierto que fui a Gaza en noviembre de 2023. Hace casi dos años. Fue justo al comienzo de la guerra y del conflicto. Y ahora, casi dos años después, lo que llama la atención es la destrucción casi total de la Franja de Gaza. De hecho, al cruzar la frontera uno se queda impactado, porque se atraviesa una zona que es como un terreno baldío: un campo de batalla, una zona en la que el ejército israelí ha destruido sistemáticamente todos los edificios y solo se ven algunos trozos de muros. Esto en lo que respecta al paisaje. Ya no hay vegetación, ni viviendas, solo arena y restos de rocas y casas.

Palestinos desplazados, en un campamento de refugiados en el sur de la Franja. Foto: REUTERS

-¿Y cómo está la población?

-Cuando llegamos y nos encontramos con las personas que habíamos conocido dos años antes, nos sorprende el estado de cansancio y el adelgazamiento de las personas que conocimos dos años antes. Se nota en ellos, en sus rostros y en sus cuerpos. El cansancio, y probablemente también la desnutrición.

-¿Y cómo se vive allí, en ese campo de batalla que nos describe?

-Bueno, hay zonas que son “tierra de nadie”, es decir, zonas en las que está prohibido que resida la población, y luego las últimas zonas que quedan -que se reducen a su mínima expresión, en el sur de la Franja de Gaza- son zonas en las que quedan algunos edificios, algunas casas, pero también hay edificios completamente derrumbados. Por lo tanto, se nota que incluso en esta zona denominada “humanitaria” caen bombas. Y, de todos modos, nosotros lo vivimos a diario. Es decir, estamos en la zona de Deir el-Balah y, de vez en cuando, cae una bomba a un kilómetro de nuestra casa, es decir, en plena zona humanitaria.

-¿Quedan viviendas seguras?

-Hay personas que tienen la suerte de seguir teniendo un techo, por lo que, en general, son familias enteras en una habitación de unos 20 metros cuadrados, y están todos amontonados. Aun así, tienen la suerte de tener un techo. La mayoría de los palestinos viven en tiendas de campaña.

Israel intensificó su ofensiva sobre la Ciudad de Gaza en los últimos días. Foto: REUTERS

¿Cómo se vive en esas tiendas?

-Se duerme en el suelo. Hay ratas. Hay moscas. Como no hay instalaciones sanitarias, imagínese toda la plaga que hay en el suelo. Y luego hay que encontrar agua. Y el agua de los pozos no es potable. Así que el día a día de una familia palestina es el día a día de todo el personal que trabajaba con nosotros. En realidad, es una lucha constante por sobrevivir.

-Ustedes, médicos, ¿qué tipo de heridas han observado en los pacientes que atienden?

-Se trata de heridas denominadas “de guerra”, que se remontan a noviembre de 2023, pero que siguen ahí, ahora mismo. Son personas que han recibido metralla, explosivos, drones. Son trozos de metal que se encuentran en el cuerpo de los pacientes; son cuerpos mutilados con grandes heridas; son personas con miembros fracturados, abiertos, sin sensibilidad en las piernas o en las manos, es decir, heridas de bala. También hay personas que han quedado aplastadas bajo los escombros de un edificio. Por lo tanto, a menudo nos vemos obligados a amputarles. Es lo que se denomina síndrome de aplastamiento, son personas que han quedado aplastadas y cuyos tejidos ya no están vivos.

-¿Y tienen lo necesario para tratar a estas personas?

-Pues las tratamos con lo que tenemos y con los medios disponibles. Por desgracia, no disponemos de todo el material necesario para tratarlas. Pienso, por ejemplo, en las heridas nerviosas, que requerirían reparar los nervios con un microscopio, y eso no es posible. Además, nos llevaría demasiado tiempo, porque cada día tenemos que operar a muchos pacientes, ¡entre diez y quince! Y si dedicamos cuatro horas a un paciente, es en detrimento de los demás, y eso no es fácil.

-Como usted decía hace un momento, esto lleva casi dos años así. La situación no hace más que empeorar. Como médico, ¿qué siente ante tal impasse y ante dramas de tal magnitud?

-No podemos sino sentir empatía y pena por ellos. Porque después de dos años, son personas con las que hemos convivido, con las que hemos compartido cosas, hemos hablado de nuestras familias. Son personas como usted y como yo, por lo que compartimos su dolor y nos gustaría consolarlos al marcharnos diciéndoles: “Todo irá mejor, nos alegraremos de volver a verlos”.

-Hay tan pocas perspectivas que es extremadamente doloroso dejarlos porque no sabemos en absoluto cuál será su destino, ellos tampoco lo saben y creo que nadie lo sabe. Y eso hace que la partida sea extremadamente dolorosa. Y yo sigo en contacto un poco más a través de WhatsApp, pero para mí eso supone aún más preocupación y estrés. Sigo la situación día a día, pero es mucho dolor, lágrimas, sangre, ¡eso es todo!

-¿Volverá allí de todos modos?

-A mí me gustaría mucho volver porque tengo muchas ganas de seguir ayudándolos. Y realmente hay que hacerlo. Bueno, hay que hacerlo, se lo merecen. Y eso es todo. Así que tengo muchas ganas de volver. Pero también tengo que compaginarlo con mi familia y mi trabajo. No siempre es fácil. Hay que sacar tiempo y no es fácil cuando ya se trabaja a tiempo completo en un hospital, así que siempre es complicado. Es mucho estrés para toda la familia. Así que no es tan fácil.

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