
Hablar de los Golden State Warriors y no pronunciar los nombres de Stephen Curry, Draymond Green o Jimmy Butler, es, de entrada, extraño. La franquicia más laureada de la NBA en la última década ha practicado un baloncesto que ha servido para enganchar a la liga a toda una nueva generación de baloncesto que se ha deleitado con las diabluras del mejor tirador de todos los tiempos, y que con Klay Thompson y Kevin Durant años atrás, parecía un equipo prácticamente invencible.
Es inevitable pensar que el final de Steph está cada día más cerca. Aquella explosión tardía del número 7 del draft de 2009 (los Timberwolves seleccionaron a Ricky Rubio y Jonny Flinn antes que él) hace que el próximo mes de marzo, el de Akron cumpla 38 años. Ojalá se pique con su ‘vecino’ LeBron James (41 años a final de mes) para ver quién aguanta más tiempo en la liga.
Lo cierto es que Curry lleva en el dique seco desde el pasado 30 de noviembre, cuando se tuvo que ausentar del partido ante los Pelicans por un par de golpes que se llevó en su cuádriceps izquierdo. No es una lesión grave y los Warriors cifraron su baja, más o menos en una semana. Pero ante la ausencia del ’30’, la línea exterior de Golden State ha tenido que dar varios pasos al frente, y Pat Spencer ha sido uno de los que mejor ha aprovechado la oportunidad.
Pat Spencer es una de las grandes historias de los últimos años en la NBA / AP
Con el ’61’ a la espalda, y con un cuerpo musculado, pero con poco aspecto de jugador de baloncesto, este ‘veterano’ de 29 años firmó su tope anotador (19 puntos) histórico en la victoria de su equipo ante los Cleveland Cavaliers por 94-99. Una cifra alta, que no está fuera de lo común, pero cuyo mérito yace en una de esas historias de superación y dificultades hasta llegar a la NBA, en este caso con otro deporte de por medio.
Y es que Spencer, que cursó su formación académica universitaria en Loyola, fue un excelso jugador de Lacrosse, un deporte un tanto desconocido en España en el que dos equipos de diez jugadores cada uno compiten con un stick que tiene una red en la parte superior, y cuyo objetivo es pasar y recibir una pelota para acabar introduciéndola en la portería del conjunto rival. Su trayectoria en este deporte está plagada de éxitos y marcas, y suyo es el récord de asistencias de la División I de la NCAA y también el de anotación en la Patriot League, más allá de un sinfín de distinciones individuales. Pero tras graduarse y ser elegido en primera posición del draft de 2019 de la Premier Lacrosse League por los Archers, Spencer decidió apostar por su otra gran pasión deportiva, el baloncesto. Un año adicional en la Universidad de Northwestern en el que promedió 10,4 puntos por encuentro, y una aventura por Europa, tras la cancelación de la liga universitaria a causa del Covid, en la que militó en el Hamburg Towers alemán: cinco partidos con 9,2 tantos y 3,6 rebotes por duelo.

Pat Spencer fue un brillante jugador de Lacrosse en la Universidad de Loyola / Loyola
Seguro que fueron muchas las voces que le recomendaron a Spencer apostar por el Lacrosse. Había brillado en la etapa universitaria y su futuro en la élite apuntaba a ser prometedor. Pero su corazón y esa llama interna solo le hacían pensar en el balón naranja. En la 21/22 firmó con los Capital City Go-Go, el equipo de los Washinghton Wizards en la liga de desarrollo de la NBA. Tras acabar su etapa allí, se movió hasta Santa Cruz, California, para seguir su trayectoria en los Warriors. Su actividad principal era en la G-League, combinando algún contrato por días para jugar con el ‘primer equipo’. Entre la temporada 23/24 y la 24/25, 45 partidos con unos números algo discretos (2,3 tantos, 1,2 asistencias y 1,1 rebotes por duelo). Hasta ahora.

Pat Spencer, jugador de los Golden State Warriors / Jeff Chiu
Spencer ha explotado con acierto en pista, y mostrando también un carácter y un temperamento que ha recibido la aprobación de compañeros como Draymond Green, uno de los jugadores más duros de la liga. “Sí, soy ese hijo de p***”, llegó a pronunciar el ’61’ de los Warriors tras anotarle los 19 puntos a los Cavs. Se despidió de la afición rival mandando saludos a la grada, y ese temperamento le ha hecho chocar en pista con algún rival, como Alperen Sengun. En los últimos cuatro encuentros de NBA, Spencer promedia 16 puntos, 5,7 asistencias y 4 rebotes por duelo. Ha brillado a base de castigar a la defensa rival en el pick and roll, ya sea encontrando la continuación o levantándose a canasta. Una velocidad, hacia canasta, que le viene innata, recordando aquellos partidos de Lacrosse en los que era imparable.
“Su entrenador se dio cuenta de que Pat es ese hijo de p***. Creo que quedó claro”, bromeó Steve Kerr, su técnico, tras el partido ante los Cavaliers. “Hemos visto su competitividad, lo buen jugador que es en estos últimos dos años. Pero ha mejorado mucho su suspensión y eso es lo importante. Nunca será como Steph, pero es una amenaza y eso es lo que se necesita”, comentó Kerr. Su actual contrato sigue siendo ‘Two-Way’, pudiendo alternar su participación tanto en la G-League como en la NBA. Pero a sus 29 años, y tras mucha lucha, confianza, y trabajo, el “hijo de p***” de Spencer parece haber encontrado su lugar en la liga, en la que compite contra su hermano Cameron (Memphis Grizzlies).






