El Ejército nepalí se ha desplegado en las calles de la capital, Katmandú, para tratar de frenar los mayores disturbios en décadas, que han sumido al país asiático en el caos. Mientras tanto, los responsables militares, los manifestantes y lo que queda de Gobierno … tratan de negociar la formación de un Gobierno interino que lidere al país durante esta emergencia social.
Las protestas, lideradas por la autoproclamada «Generación Z», tenían como motivación original la frustración generalizada de los jóvenes ante la falta de oportunidades y los privilegios de la élite gobernante. El bloqueo de las redes sociales derivó este lunes en unos altercados que las fuerzas de seguridad sofocaron recurriendo a la fuerza en enfrentamientos que se cobraron la vida de 19 manifestantes.
En respuesta, la violencia se intensificó al día siguiente, con la quema del Parlamento y otras sedes institucionales, así como viviendas particulares de dirigentes. El primer ministro K.P. Sharma Oli, el gran señalado, acabó por presentar su dimisión ese mismo día, después de que hasta cuatro ministros renunciaran por su rechazo a la represión. El paso atrás de Oli ha generado un vacío de poder que ha profundizado la inestabilidad. El cómputo total se eleva ya a 34 fallecidos y 1.300 heridos, según cifras del ministerio de Sanidad.
Sin embargo, empiezan a llegar los primeros y esperanzadores acuerdos. Los manifestantes habrían dado su visto bueno para que la ex ministra de Justicia, Sushila Karki, tome las riendas del Gobierno de manera temporal. El nombre de esta mujer de 73 años, ya retirada, había sido propuesto al presidente, Ramchandra Paudel, y el jefe de las fuerzas armadas, Ashok Raj Sigdel, durante las conversaciones de paz iniciadas en días previos.
Karki habría aceptado el encargo, pero las partes involucradas estarían buscando una manera de hacer oficial su nombramiento de acuerdo a la Constitución, según ha detallado la agencia ‘Reuters’.
«Hago un llamamiento a todas las partes a confiar en que se está buscando una solución al problema lo antes posible para atender las demandas de los ciudadanos en protesta y a cooperar con moderación en el mantenimiento de la paz y el orden en el país», ha señalado el presidente mediante un comunicado oficial.
Los altercados han afectado a todo tipo de instituciones, también los medios de comunicación. «El edificio de Kantipur [grupo editor] fue atacado hoy e incendiado. Como resultado, nuestros servidores están caídos, por lo que estamos publicando todos nuestros reportajes y actualizaciones en nuestras plataformas de redes sociales. Gracias por apoyar nuestro trabajo», informaba este martes ‘The Kathmandu Post’, el diario en inglés del conglomerado periodístico líder en Nepal, a través de una publicación en sus perfiles oficiales. En la noche del jueves sus servicios informativos todavía no se habían restablecido.
Según sus informaciones, la capital se mantiene en calma, con la mayoría de los ciudadanos respetando el toque de queda. El aeropuerto de la capital habría recuperado sus servicios, incluyendo vuelos internacionales.
«Los nepaleses no solo enfrentan actualmente un vacío de liderazgo, sino también un vacío de información. La neblina en el cielo del país debido a las protestas del lunes y martes contra la corrupción, el nepotismo y la impunidad puede haberse disipado, pero la desinformación y los bulos siguen desenfrenados», denunciaba un editorial publicado esta noche.
«El primer ministro saliente y el actual presidente siguen siendo protegidos por el Ejército nepalí. Pero, como actual jefe de Estado y único ocupante restante del Gobierno, es vital que la información creíble fluya directamente desde la Oficina de la Presidencia: sobre cómo avanzan las conversaciones con los representantes de la Generación Z y qué opciones se están discutiendo. En este período interino, lo mejor es limitar el papel del ejército a ayudar a mantener el orden público. La Oficina de la Presidencia puede ser la portavoz, incluso si el ejército actúa como mediador en estas conversaciones».