Atrapado entre los tres más grandes del ayer y los dos colosos del hoy, mantiene Daniil Medvedev un pulso contra sí mismo y contra el tenis actual en el que había perdido su juego la efectividad de antaño. Despachado en los cuatro Grand Slams … en primera (Roland Garros, Wimbledon y US Open) y segunda (Abierto de Australia), con solo la final de Halle (perdida ante Corentin Moutet) se desliza no obstante hasta las semifinales del Masters 1.000 de Shanghái tras vencer a Alex de Miñaur (6-4 y 6-4) y sobrevive en las bochornosas aguas chinas donde otros han naufragado. Plegados por calambres Jannik Sinner (que abandonó) y Holger Rune, entre otros.
Sus desconcertantes desequilibrios emocionales, sus quejas por la pista, por la velocidad, por la igualdad de todas las superficies, por las pelotas que hace que no consiga puntos definitivos, han sido la constante en los últimos tiempos del ruso, sin títulos desde Roma 2023. Se sigue despachando a gusto en cuanto la situación se complica. El jueves contra Tien, hasta recordó a Rafa Nadal, cuando se cumple un año de su despedida, para atosigar al juez de silla por la amonestación por pasarse del tiempo al sacar. «He estado toda mi vida esperando a Rafa 55 segundos y ahora me amonestas a la primera. He jugado cinco veces contra Nadal, siempre lo tuve que esperar y nunca lo amonestaron», escupió de pura frustración.
Pero en este Shanghái de humedad extrema (se registran datos por encima del 80 % durante los partidos), donde las camisetas se empapan en segundos aun antes de golpear a la pelota, resurge este nuevo Medvedev, guiado por Thomas Johansson, y con la agresividad desde el primer golpe. Para evitar que el rival respire, para evitar pensar más de la cuenta, para escurrirse de los líos propios y ajenos.
Sumó dos partidos de mucha intensidad contra Alejandro Davidovich (casi dos horas para un 6-3 y 7-6 (5)) y Learner Tien (dos horas y 52 minutos para un 7-6 (6), 6-7 (1) y 6-4), y despachó a De Miñaur para encarmarse a la penúltima ronda de un torneo de este calibre que no pisaba desde Indian Wells. Donde espera Arthur Rinderknech, que también se luce en las aguas abiertas chinas.
El francés, de 30 años, disfruta de su primera semifinal de un Masters 1.000 después de vencer a Hamad Mejdenovic (7-6 (3), 1-0 y retirada), a Alex Michelsen (6-3 y 6-4), a Alexander Zverev (4-6, 6-3 y 6-2), a Jiri Lehecka (6-3 y 7-6 (5)) y a Felix Auger-Aliassime (6-3 y 6-4). Espera con ganas el partido contra el ruso, con quien perdió en el único antecedente, en el US Open 2022, por 6-2, 7-5 y 6-3. Pero también estará muy pendiente de la otra semifinal, que protagoniza Valentin Vacherot, su primo, a quien ya ha animado desde el palco durante toda la semana.
«Nuestro grupo familiar de WhatsApp (de 25 personas) ha estado muy animado estos últimos días», comentó Rinderknech, que celebró su triunfo ante Lehecka con un mensaje en la cámara a su primo: «Te sigo, Val». «Esto está reuniendo a la familia, al menos en línea, para pasar un buen rato. Todos se hablan. Es genial».
Unos primos que compartieron residencia de estudiantes y equipo de tenis universitario entre 2016 y 2017 al coincidir en la Universidad de Texas A&M. Una familia que gira en torno al tenis y que festeja a lo grande la hazaña de la otra estrella del torneo, este Valentin Vacherot, de 26 años, que se convirtió en el primer jugador de Mónaco en alcanzar esta ronda y que reta sin preocupaciones al todopoderoso Novak Djokovic. Comenzó la semana en la posición 204 de la clasificación y, después de vencer a Laslo Djere (6-3 y 6-4), Alexander Bublik (3-6, 6-3 y 6-4), Tomas Machac (6-0, 3-1 y retirada), Tallon Griekspoor (4-6, 7-6 (1) y 6-4) y Holger Rune (2-6, 7-6 (4) y 6-4) saldrá bien entrado en el top cien.
Tendrá enfrente, eso sí, a Djokovic, que aguanta por pasión, ambición y físico las duras condiciones de Shanghái porque también ve una oportunidad excepcional de sumar el título número 101 en su currículo. Ausente Carlos Alcaraz por descanso tras ganar en Tokio, y con la baja de Jannik Sinner, se le abre el ojo y enseña colmillo el serbio, verdugo de Cilic (7-6 (2) y 6-4), Hanfmann (4-6, 7-5 y 6-3), Munar (6-3, 5-7 y 6-2) y Bergs (6-3 y 7-5), que padece como todos la tortura de la humedad, pero de muchas a muchas como estas se ha enfrentado en su excepcional carrera.
Está a dos pasos de saborear un momento que no degusta desde que conquistó Ginebra, en mayo, con el que completó por fin su centenario de títulos. El primer paso, Vacherot, este sábado, el primo monegasco; el segundo, el domingo, quién sabe si Rinderknech, el primo francés.