«Eso es, hacia adelante, no te levantes». Juan Carlos Ferrero, el excampeón español y entrenador de Carlos Alcaraz, da instrucciones a su pupilo, que practica el resto en una de las pistas de prácticas del US Open. En la grada, cientos de aficionados -con … mayoría femenina-, que aplauden con fervor cada peloteo. Silba la pelota con los latigazos del murciano, un prodigio en la distancia corta, que rompen la monotonía de una mañana calurosa en Flushing Meadows.
En el ambiente flota la confianza y la distensión. Alcaraz bromea con su equipo. Emula un golpe de golf, la pasión que le relaja de las pistas, antes de que esa misma tarde pegue unos palos con Sergio García en un campo cercano. «Tengo futuro, ¿eh?», le dice a una amiga en el lateral, con una gran sonrisa, tras simular un ‘swing’ de tenis de principante.
Alcaraz, a sus 23 años, no solo le queda futuro -muchos le ven dominando el tenis mundial junta a Jannik Sinner durante años-, también tiene pasado: cinco ‘grandes’, el número uno más joven de la historia y un historial ya entre los más grandes de la historia. Pero ante todo, ahora mismo, mucho presente, dominado por un nombre que provoca admiración, temor, odio y nervios entre los partidarios de Alcaraz: Novak Djokovic.
El serbio es su rival en las semifinales de este viernes y el español y su equipo ya tienen la mente puesta en él. Ferrero reconoce en un encuentro informal con la prensa que cubre el torneo que esa práctica de resto es algo específico para hacer frente a Djokovic. «Se juega muchas veces el segundo saque abierto, vamos a tratar de entrenarlo», dice antes de poner a Alcaraz a dar zarpazos desde el pasillo de dobles, algunos cruzados, otros paralelos.
«Contra Novak está más que claro cómo tenemos que jugar», responde Ferrero a preguntas de ABC sobre el plan para la semifinal. «Sabemos de sobra cómo juega. Está muy sólido de ambos lados, en este torneo lo veo muy aguerrido en el fondo de la pista, luchando mucho y fallando poco. Confiamos en que la velocidad de crucero de Carlos, que es muy alta, genere espacios en la pista, y que poco a poco el físico haga que falle un poco. Estos partidos hay que programarlos a cinco sets. A partir de las tres horas uno nota el cansancio y en eso deberíamos tener algo de ventaja. Pero sabemos que Novak no va a regalar absolutamente nada, va a ser un partido durísimo, Carlos va a tener que jugar a un nivel muy bueno».
«No hay que obsesionarse con Novak», advierte Ferrero, consciente del historial que comparten ambos y de los ejemplos recientes y dolorosos de cómo se las gasta el serbio: los cuartos de final en Australia este año, donde Djokovic jugó con una aparente lesión y le doblegó pese a que Alcaraz ganó el primer set; o la muy hiriente final de los Juegos Olímpicos de París, que supuso un mazazo para el español. «Tenemos muchas ganas de jugar contra él», asegura el entrenador, que reconoce lo que todo el mundo está viendo en Nueva York: Alcaraz llega con un nivel fantástico, sin ceder un solo set, con una autoridad insultante.
«Está jugando un tenis espectacular, con mucha confianza», dice Ferrero, con el diferencial de que ha encontrado una constancia desconocida, sin los altos y bajos que en ocasiones deterioran su dominio. «Pero con Novak no nos podemos confiar», alerta Ferrero sobre el jugador que más ‘grandes’ ha ganado de la historia y que, con 38 años, ha mostrado una gran efectividad en esta edición del US Open.
«No hay favoritos en estos partidos», dice Ferrero, tratando de bajar los humos entre la parroquia del tenis, que ve a Alcaraz superior y que sueña con una hipotética final con Sinner. «Novak es el mejor de la historia, no me atrevo a decir que Carlos sea favorito».
«Novak es Novak», insiste Ferrero. «Tiene toda la experiencia para este tipo de partidos. Cortará la pelota, subirá a la red, tratará de alejar el partido de lo físico». Lo mostró en cuartos frente a Taylor Fritz. En especial, en el primer set: el estadounidense metió más primeros, logró más ‘winners’, hizo menos errores no forzados y menos dobles faltas… pero la manga se la llevó el de siempre, el que no se ha cansado de ganar.
«Sé que tiene hambre», dijo Alcaraz sobre el serbio, que vuelca todo el tenis que le queda en estos partidos, con el sueño de lograr su 25º ‘grande’. Pero él también: «Me siento muy bien y con hambre», dijo tras ganar en cuartos a Jiri Lehecka. El viernes, el cemento azul de Nueva York decidirá quién se lleva el plato y el billete a la final.