La noción tradicional del juego ha sido, durante mucho tiempo, una de ocio y esparcimiento. Es una actividad recreativa, un pasatiempo en el que invertimos tiempo y, a veces, dinero, sin esperar un retorno financiero. Sin embargo, esta percepción es cada vez más limitada y no se ajusta a la compleja realidad del entretenimiento moderno. En muchísimos casos, el entretenimiento es un negocio gigantesco. Pensemos en los deportes, que han evolucionado de simples competencias a industrias multimillonarias. Del mismo modo, el mundo de los videojuegos ha madurado, convirtiéndose en un sector lucrativo que mueve miles de millones de dólares. No es descabellado, entonces, que una economía surja dentro de un juego, y es precisamente en esta intersección donde nace GameFi.
GameFi, una fusión de “juegos” (gaming) y “finanzas” (finance), representa una nueva era en la que los jugadores no solo participan por diversión, sino que también pueden ganar activos digitales con valor en el mundo real. Estos juegos, conocidos como “play-to-earn”, rompen con el modelo tradicional donde el dinero fluía en una sola dirección: de los jugadores a los desarrolladores. En su lugar, proponen un ecosistema en el que la dedicación y las habilidades de los jugadores se ven recompensadas con criptomonedas y tokens no fungibles (NFTs) que pueden ser intercambiados por dinero en el mercado abierto.
La economía de los juegos “play-to-earn” funciona a través de un delicado equilibrio. Los jugadores ganan tokens por completar misiones, luchar contra otros jugadores o simplemente por participar activamente en el juego. Estos tokens, que son la moneda del juego, tienen un valor real y pueden usarse para comprar objetos, personajes o habilidades que, a su vez, pueden ser vendidos a otros jugadores. Los NFTs, que representan la propiedad de activos únicos dentro del juego, como personajes, terrenos virtuales o armas, son un componente crucial de este modelo. Estos activos, al ser escasos y de propiedad verificable en la cadena de bloques, pueden adquirir un valor considerable, y su venta se convierte en una de las principales formas en que los jugadores obtienen ganancias.
A primera vista, el concepto de “ganarse la vida” jugando parece una utopía. Ha atraído a una amplia gama de personas, desde entusiastas de la tecnología hasta individuos en países con economías en dificultades que buscan una fuente de ingresos alternativa. Sin embargo, la sostenibilidad a largo plazo de este modelo económico es objeto de un intenso debate. La economía de un juego “play-to-earn” depende de un flujo constante de nuevos jugadores que compren los activos necesarios para empezar a jugar. Sin un flujo de nuevos participantes, la demanda de los activos del juego disminuye, lo que a su vez provoca una caída en el valor de los tokens y los NFTs. Esto crea un ciclo de depreciación que puede ser devastador para los jugadores, especialmente para aquellos que invirtieron cantidades significativas para comenzar.
Además, muchos de estos juegos han sido criticados por priorizar el aspecto financiero sobre la experiencia de juego. El enfoque en las ganancias puede llevar a un diseño de juego aburrido o repetitivo, donde los jugadores se sienten más como trabajadores que como participantes en una actividad lúdica. La diversión, que debería ser el núcleo de cualquier juego, a menudo se sacrifica en aras de la eficiencia y el máximo rendimiento. Esto plantea una pregunta fundamental: ¿es sostenible un modelo que se basa en el trabajo en lugar del entretenimiento? Si el juego no es intrínsecamente divertido, la motivación para jugar se desvanece una vez que los rendimientos financieros ya no son atractivos, lo que acelera el colapso de la economía del juego.
La pregunta de si GameFi es un camino viable para “ganarse la vida” o simplemente otro juego con una economía intrincada, nos lleva a un argumento que puede sonar contradictorio. La premisa subyacente de la mayoría de los análisis sobre la sostenibilidad de GameFi es que su valor proviene de la habilidad del jugador para generar ingresos. Se asume que la gente solo seguirá jugando mientras la recompensa financiera sea tangible y significativa. Si el valor de los tokens o NFTs cae, la gente se irá y la economía del juego colapsará.
Sin embargo, esta visión pasa por alto un factor crucial: el valor del entretenimiento en sí mismo. Durante décadas, millones de personas han gastado incontables horas y dinero en juegos que no ofrecían ninguna ganancia monetaria. Juegan por diversión, por la emoción de la competencia, por la narrativa, por la socialización y por la sensación de logro. Si un juego “play-to-earn” logra ser genuinamente divertido y atractivo, su economía podría sostenerse no solo por la promesa de ganancia, sino por el valor intrínseco del juego como una forma de entretenimiento.
El verdadero éxito de un proyecto GameFi podría no residir en cuán altos sean los rendimientos financieros, sino en cuán profundamente atractivo sea como juego. Si los jugadores lo disfrutan de verdad, seguirán participando, incluso si las ganancias se vuelven marginales. La estabilidad de la economía del juego, por tanto, dependería de su capacidad para captar y retener a los jugadores a través de la diversión, la comunidad y el diseño innovador, en lugar de depender únicamente de un flujo insostenible de capital especulativo. Esto sugiere que la mejor manera de asegurar la viabilidad a largo plazo de GameFi es enfocarse primero en el “juego” y luego en las “finanzas”. La rentabilidad sería entonces un subproducto de una experiencia de usuario sólida y atractiva, no el motor principal de la existencia del juego.
Esta dualidad plantea un dilema: ¿es GameFi un modelo de negocio sostenible o una burbuja especulativa? Su futuro dependerá de si logra equilibrar la innovación financiera con la esencia del entretenimiento. La clave para la supervivencia de estos proyectos no solo yace en la rentabilidad de los activos, sino en la capacidad de crear experiencias lúdicas que mantengan a los usuarios comprometidos por el mero placer de jugar, asegurando así una base de jugadores leales que no dependa únicamente de las ganancias económicas. Esto podría transformar GameFi de un simple esquema de ingresos a una verdadera revolución en la industria del ocio digital.
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