España firma otra gesta y jugará ante Italia por su séptima Ensaladera

Plusdeporte54 minutes ago16 Vistas

Nadie confiaba en ellos tanto como ellos mismos. No estaban ni Alcaraz ni Davidovich, los teóricos uno y dos del ranking nacional, pero la España de los secundarios, el equipo del pueblo, logró una gesta que aún espera rúbrica: la clasificación para la final de la Copa Davis. Tras someter a la República Checa cayó también la Alemania de Alexander Zverev, el único ‘top ten’ disponible para la batalla a ocho en el SuperTennis Arena. El número tres mundial no falló ante Munar, pero tanto Carreño como el dobles formado por Granollers y Martínez cumplieron de forma sobresaliente.

Por delante solo queda un escollo más para los chicos de David Ferrer, una Italia que aspira en casa a un tercer título consecutivo en condiciones parecidas a España porque le faltan tanto Jannik Sinner como Lorenzo Musetti, pero que ha encontrado en Flavio Cobolli y Matteo Berrettini a dos sustitutos de máximas garantías.

España accede a la final por undécima vez en su historia, la primera desde 2019. Ese año, con Nadal, Bautista y Feliciano… además de Carreño y Granollers, sumó su sexta corona, la última hasta ahora, donde se ha abierto una ventana inesperada para conseguir la séptima gracias a la fe y la determinación de un equipo de de secundarios bien capitaneado por David Ferrer.

España ha encontrado su fortaleza en la unión del grupo, en aprovechar cada oportunidad, sin desperdiciar una sola, que se les ha ido apareciendo durante la semana. Y dando siempre un extra más que el rival. Si ante los checos el crédito se lo llevó Munar, ante Alemania hay que repartirlo casi a partes iguales, por más que el mallorquín no pudiese superar su duelo esta vez.

Le tocó a Carreño empezar a construir la hazaña con un triunfo que se antojaba imprescindible ante Jan-Lennard Struff. No falló el asturiano, que jugó de forma muy inteligente ante un rival cuyo mayor logro en el circuito fue aquella final del Mutua Madrid Open de 2023 ante Carlos Alcaraz, a la que llegó desde la fase previa.

No ha cambiado mucho desde entonces el juego del germano, basado en un saque muy potente y unos restos agresivos que en demasiadas ocasiones acaban siendo una lotería. Ese Struff impaciente y fallón se encontró enfrente a un Carreño ordenado, efectivo y con recursos de sobra para resolver las complicaciones fruto de los trallazos de su rival.

Fue ese plus de creatividad (cambios de ritmo, bolas cortadas…) lo que permitió al asturiano adelantarse en la primera manga. Primero, reaccionando al break inicial del alemán con rapidez. Después, cortocircuitando la resistencia del germano a base de intercambios largos en los que Struff siempre acababa doblando la rodilla.

Aún creció más el español en la segunda manga, especialmente en el saque, hasta verse con tres bolas de partido con 5-4. No las aprovechó y se vio abocado a un tie-break muy peligroso en el que Struff llegó a tener hasta cinco bolas para enviar el partido al tercer set. Ahí se le vieron todas las costuras al alemán, que perdió siete puntos consecutivos para entregar el partido. Ni Carreño se lo creía. «Intenté soltarme para irme al tercer set con buenas sensaciones, fui valiente y él acabó fallando», reconocería después.

El 1-0 ponía las cosas de cara antes de que saltaran a la pista los números uno de cada equipo. Munar volvió a jugar a un nivel superlativo, tanto o más que en la victoria ante Lehecka, y llevó a Zverev a jugarse el triunfo en sendos tie-breaks. Ahí sacó a relucir su mayor jerarquía el germano, que apenas dio opciones en ninguno de ellos para que España soñara con una clasificación por la vía rápida.

Zverev, que recibió críticas en su país por su ausencia en el equipo del año pasado, veía en este 2025 sin grandes rivales su mejor oportunidad para sumar una Copa Davis que Alemania no gana desde 1993, con Michael Stich como bandera del equipo. Tendrá que esperar a una mejor ocasión.

Una vez más el desenlace se había de jugar en el dobles, y eso empieza a ser un seguro de vida para España. Marcel Granollers, incombustible a sus 39 años, tiró del carro en un inicio fulgurante. España rompió dos veces el servicio de los germanos para ponerse con un inalcanzable 4-0, antes de resolver la primera manga en solo 32 minutos.

Los españoles no tenían enfrente a una pareja cualquiera. Krawietz y Puetz, dos veteranos de 33 y 37 años, renunciaron hace ya bastante a su condición de ‘singlistas’ para conformar una de las parejas más sólidas del circuito, undécimos del ranking ahora mismo y vencedores de un buen puñado de títulos. Krawietz asumió el liderazgo para igualar el partido en un segundo acto en el que los germanos mostraron las garras y apenas fallaron.

Nada, en todo caso, que asustase a un Granollers que los conoce de maravilla, que los derrotó hace apenas una semana en la Copa de Maestros, y que volvió a tener en Pedro Martínez al mejor compañero posible. Con el catalán implacable voleando en la red, y el valenciano dominando desde el fondo de la pista, la pareja española logró el break decisivo en el cuarto juego del set definitivo. Luego, no temblaron cuando con 5-3 a favor se vieron una bola de rotura en contra.

«Hay que creer en estos jugadores», ha repetido Ferrer durante toda la semana. Y no era una frase hecha. Queda rematar la faena.

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