Podría ser el movimiento que sacuda la próxima ventana de transferencias de la NBA. LeBron James, el “Rey” del baloncesto Norteamericano, estaría considerando una última y sorprendente jugada en su legendaria carrera: vestir la camiseta de los New York Knicks.
Y es que con 40 años recién cumplidos y tras completar su 22ª temporada en la liga, su retirada se atisba aún lejana, y varios medios especializados en la NBA han especulado estos últimos días con una último baile en el histórico Madison Square Garden de Nueva York. Según las informaciones, después de la eliminación de los Lakers en segunda ronda de los playoffs, fuentes cercanas al entorno del jugador aseguran que está “abierto” a nuevos horizontes. Y uno de esos horizontes, para sorpresa de muchos, podría estar en la Gran Manzana.
Por su parte, los Knicks vienen de su mejor campaña en más de dos décadas. Finalistas del Este y con una base joven liderada por Jalen Brunson, el equipo ha demostrado que está a un par de piezas de ser verdaderos contendientes al título. Añadiendo a una veterana estrella como LeBron no solo aportaría liderazgo, visión y experiencia, sino que también traería consigo el tipo de magnetismo mediático que Nueva York adora.
Además, fuentes dentro de la organización afirman que Leon Rose, presidente de operaciones de los Knicks y viejo conocido de LeBron de su exagencia de representación, ya habría hecho los primeros acercamientos informales con Rich Paul, agente actual y amigo íntimo del jugador.
Otro elemento clave es el hijo de LeBron, Bronny James. Otro de los rumores apunta a que podría acabar en los Brooklyn Nets y, aunque parezca anecdótico, la idea de terminar su carrera en la misma ciudad que su hijo ha cobrado fuerza.
Los Lakers, por otro lado, no parecen dispuestos a dejar ir a su mayor figura sin dar pelea. Tienen espacio para renovar, han mostrado interés en traer otra estrella como Trae Young o Donovan Mitchell y cuentan con el atractivo del mercado de Los Ángeles.
Para muchos, la imagen de LeBron James luciendo el azul y naranja de los Knicks parecía imposible hace unos años. Pero en la NBA, todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Y la idea de verlo iluminando el Madison Square Garden cada noche, quizás enfrentando a su propio hijo en duelos cargados de emoción, sería el broche de oro para una carrera de leyenda. En Nueva York, incluso los sueños imposibles pueden hacerse realidad.