A las 7:35 de esta mañana (hora de Roma), falleció el Papa Francisco en su residencia de la Casa Santa Marta. Tenía 88 años. El anuncio fue hecho por el camarlengo del Vaticano, el cardenal Kevin Joseph Farrell, en un mensaje solemne transmitido por los canales oficiales de la Santa Sede.
Francisco, nacido como Jorge Mario Bergoglio, fue el primer papa latinoamericano, el primero jesuita y el primero no europeo en más de 1.200 años. Su muerte marca el fin de un papado profundamente transformador para la Iglesia Católica.
Durante los últimos meses, el Papa venía enfrentando complicaciones de salud, incluyendo una neumonía bilateral que lo mantuvo ingresado en el hospital Gemelli durante semanas. De acuerdo con el parte oficial emitido por la Sala de Prensa vaticana, el pontífice sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) que derivó en un coma y un colapso cardiocirculatorio irreversible. La muerte fue confirmada mediante un registro electrocardiotanatográfico.
El dictamen también señala condiciones preexistentes que agravaron su estado: insuficiencia respiratoria aguda, bronquiectasias múltiples, hipertensión arterial y diabetes tipo II.
Fiel a su estilo sencillo, Francisco dejó por escrito sus deseos funerarios en el documento Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, promulgado en 2024. Según lo establecido, esta noche a las 20:00 (hora de Roma) su cuerpo será velado en la capilla de Santa Marta, en una ceremonia privada sin catafalco, con el cuerpo en un ataúd abierto.
El rito de certificación será presidido por el cardenal Farrell, acompañado por el secretario de Estado, Pietro Parolin, el cardenal Edgar Peña Parra y familiares del pontífice, entre ellos su sobrino, el jesuita José Luis Narvaja.
Apenas horas antes de su muerte, Francisco apareció en la Plaza de San Pedro con motivo del Domingo de Pascua. Desde una silla de ruedas, saludó a la multitud y ofreció un último mensaje de esperanza, leído por un asistente:
“El perdón ha triunfado sobre la venganza. El mal no ha desaparecido de la historia… pero ya no tiene poder sobre quienes aceptan la gracia de este día.”
Pidió paz para Palestina, Israel y Ucrania, abogó por la liberación de prisioneros de guerra y llamó a los líderes del mundo a usar “las armas de la paz: la justicia, la fraternidad y el desarrollo”.
Con el fallecimiento del Papa, la Iglesia entra en el periodo de sede vacante. Se han iniciado los tradicionales novenarios (nueve días de misas en su honor) y se convocará un cónclave para elegir a su sucesor. La fecha del funeral aún no ha sido anunciada, pero se prevé entre el 25 y el 27 de abril en la Plaza de San Pedro.
Miles de fieles ya se han reunido en el Vaticano para presentar sus respetos, mientras las campanas de la Basílica repican en señal de duelo.
Francisco rompió moldes: eligió vivir en una residencia común, usó vehículos modestos, vistió de manera sencilla y colocó siempre a los pobres en el centro de su ministerio. Impulsó una Iglesia más abierta, compasiva y en diálogo con el mundo.
Su pontificado no estuvo exento de tensiones internas, especialmente por sus posturas hacia la inclusión de las personas LGBTQ+, el rol de la mujer en la Iglesia y el cuidado del medioambiente, pero su liderazgo fue siempre coherente con los principios de misericordia, humildad y justicia social.
Líderes de todo el mundo han expresado su pesar. El presidente argentino Javier Milei escribió: “Como Presidente, como argentino y como hombre de fe, despido al Santo Padre y acompaño a todos los que hoy nos encontramos con esta triste noticia.” Emmanuel Macron, Pedro Sánchez, Roberta Metsola y el rey Carlos III también se sumaron a las condolencias, destacando su humanidad y compromiso con los más frágiles.
El papa que eligió su nombre en honor a San Francisco de Asís será recordado como el pastor que caminó con el pueblo, que abrazó a los excluidos y que predicó más con sus gestos que con sus discursos. Su legado perdurará como el de un líder espiritual que transformó la Iglesia desde la sencillez.