La crisis entre Estados Unidos y Brasil se agravó este miércoles, con un decreto del presidente Donald Trump que oficializa una suba de aranceles del 50%, en parte, en represalia por el juicio contra Jair Bolsonaro.
Trump defiende al expresidente de Brasil, acusado de intentona golpista, y arremete contra las políticas de su sucesor, el socialdemócrata Luiz Inácio Lula da Silva, quien respondió diciendo que defenderá la “soberanía del pueblo brasileño”.
El castigo arancelario de Trump tiene excepciones importantes para la mayor economía de América Latina. Trump salva productos esenciales en las exportaciones brasileñas como el jugo de naranja, la energía, las aeronaves civiles y sus componentes, los fertilizantes, los metales preciosos, la pasta de celulosa o el arrabio, entre otros.
Pero el café está incluido entre los productos que se verán sometidos a un 50% de tarifas aduaneras suplementarias, aplicables siete días después de la emisión del decreto. Es decir, el 6 de agosto.
En el decreto Trump concreta la amenaza de aranceles anunciada a principios de julio en una carta dirigida a Lula, seguida después de otra para Bolsonaro en la que cubre de elogios al dirigente de derecha.
Para Trump las acciones del gobierno de Lula “constituyen una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional, la política exterior y la economía de Estados Unidos”, informa la Casa Blanca en un comunicado.
“La persecución, intimidación, acoso, censura y enjuiciamiento políticamente motivados del gobierno de Brasil” contra “Bolsonaro y miles de sus seguidores son graves violaciones de los derechos humanos que han socavado el estado de derecho en Brasil”, acusa Washington.
El presidente republicano asegura que miembros del gobierno brasileño “han tomado medidas sin precedentes para coaccionar de forma tiránica y arbitraria a empresas estadounidenses para que censuren el discurso político, expulsen a usuarios de sus plataformas, entreguen datos confidenciales de usuarios estadounidenses o modifiquen sus políticas de moderación de contenido”.
Sin embargo, la base legal de la amenaza arancelaria inicial se basaba en los desequilibrios comerciales en favor de los brasileños, de acuerdo con Trump. Pero, en verdad, Estados Unidos tuvo un superávit comercial de 6.800 millones de dólares el año pasado con Brasil, según la Oficina del Censo.
La Casa Blanca arremetió asimismo contra el juez de la Corte Suprema de Brasil, Alexandre de Moraes, a quien impuso sanciones que podrían consistir en la congelación de activos (Ver aparte).
Moraes “ha abusado de su autoridad judicial para amenazar, señalar e intimidar a miles de sus oponentes políticos, proteger a aliados corruptos y suprimir la disidencia, a menudo en coordinación con otros funcionarios brasileños, incluidos otros jueces del Tribunal Supremo Federal de Brasil”, se lee en el comunicado.
Horas antes, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro impuso sanciones económicas a este juez, a quien Washington ya había revocado la visa.
El ministro de Hacienda, Fernando Haddad, ya ha preparado planes de emergencia para ayudar a los sectores más afectados por la tributación estadounidense, después de que Washington mostrara escaso interés en encontrar soluciones en los últimos días.
En una entrevista con The New York Times, Lula afirmó que se negaba a ceder ante los dictados de Trump. “En la política entre dos estados, siempre hay que encontrar un punto medio”, declaró el líder sudamericano. Pero el camino hacia un acuerdo ahora parece más difícil que nunca.