Donald Trump llegó a Gran Bretaña en su segunda visita de Estado: Londres busca complacerlo, evitar los aranceles y asegurar el apoyo a Ucrania

Mundo3 weeks ago36 Vistas

La diplomacia de las tiaras se pone en marcha para recibir y entretener desde hoy al presidente Donald Trump, en su segunda visita de estado a Gran Bretaña.

La caja fuerte de la reina Isabel II y su espectacular colección de joyas se abren para las mujeres de la Familia Real, en un show monárquico de resplandor de piedras preciosas que deslumbra al presidente estadounidense. Las joyas, las marchas militares, los uniformes, las plumas y las bandas serán el escenario para que Donald Trump se sienta feliz, como si fuera a Disney, pero con la bandera estadounidense ondeando en el tope del palacio de piedra.

Un enorme esfuerzo para evitar que Gran Bretaña sea sancionada con penosos aranceles y para que la administración de Trump apoye a Ucrania y a la OTAN. Todo en medio del inesperado escándalo de la remoción de Peter Mandelson, el embajador británico en Washington que organizó la visita y quien, como Trump, tiene su propia pesadilla. Ambos compartieron, al igual que el hoy sancionado príncipe Andrés, su amistad con el pedófilo Jeffrey Epstein.

Una nominación que ha puesto al primer ministro británico, Sir Keir Starmer, contra las cuerdas por su designación.

El embajador estadounidense en Gran Bretaña, Warren Stephens, y el Vizconde Hood, en nombre del rey, lo estarán esperando en el aeropuerto de Stansted. Trump llegará a Windsor en helicóptero.

William y Kate en la bienvenida

William y Kate, herederos y príncipes de Gales, serán los encargados de recibir al presidente y a su esposa Melania el miércoles en Windsor. Allí los alojarán como huéspedes del rey Carlos III y la reina Camilla, afectada por una severa sinusitis.

Una carroza lo llevará por el largo camino de Windsor hasta el palacio de piedra, donde será recibido y agasajado por los reyes. Es una dispensa especial del servicio secreto, que no permite al presidente deambular en un descapotable por su seguridad. Todo el programa se desarrollará en Windsor por temor a las protestas que podrían surgir tanto en Londres como en el propio Windsor. Trump no ha sido invitado a hablar ante el Parlamento.

Manifestantes se reúnen para una protesta antes de la llegada del presidente Donald Trump a Windsor, Inglaterra. Foto AP

Trump visitará la tumba de la reina Isabel en la capilla de St. George el miércoles por la mañana. Luego, habrá un espectáculo militar y será agasajado con un banquete de estado por el rey en el palacio el miércoles por la noche.

Medidas de seguridad únicas

Las medidas de seguridad han cambiado desde el asesinato de Charlie Kirk, el activista ultraconservador y amigo del presidente estadounidense, que acortó un día su visita para asistir a su funeral en Arizona.

La policía informó que la seguridad operará con un “nivel de amenaza muy alto” en los alrededores del Castillo de Windsor el martes, cuando el presidente Trump llegue para su segunda visita de Estado.

La policía del Valle del Támesis se mostró “satisfecha” con su funcionamiento, pero admitió que los preparativos se revisaban diariamente debido a las protestas planificadas.

La visita del presidente y la primera dama tendrá lugar en los terrenos privados del Castillo de Windsor y Chequers, la residencia de campo del primer ministro en Buckinghamshire.

Se han desplegado agentes de orden público, unidades caninas y ecuestres, y escuadrones de drones. La unidad marina patrullará el Támesis y se han movilizado especialistas en protección personal desde Londres.

Se han impuesto restricciones al espacio aéreo en los alrededores de Windsor y Chequers, adonde Trump llegará el jueves. La policía monitoreará la desinformación en redes sociales. Dos tercios de los agentes que participan en la operación han sido traídos de “todo el país”, pero la fuerza policial se negó a revelar cifras específicas.

Christian Bunt, subjefe de policía de Thames Valley, declaró el lunes: “Estoy muy satisfecho de que hayamos planeado una operación policial y de seguridad muy completa, que ha considerado prácticamente todas las eventualidades que podrían ocurrir”.

Se han impuesto restricciones al espacio aéreo en los alrededores de Windsor y Chequers, adonde Trump llegará el jueves. Foto AP

“Entendemos que suceden cosas en otras partes del mundo, y el contexto más amplio en el que operamos puede afectar nuestras operaciones de seguridad. Hemos realizado todas las revisiones necesarias. Las mantenemos en revisión continua, y nuestra postura de seguridad es la adecuada para esta operación”, afirmó.

Protestas preparadas

Como en su primera visita, se planean protestas contra la visita de Trump en Londres y Windsor. La policía informó que se ha instalado una valla en la zona para “mantener el área estéril durante la visita”.

El presidente Donald Trump y la primera dama Melania Trump salen del Air Force One a su llegada al aeropuerto de Stansted, cerca de Londres. Foto AP

La Coalición Stop Trump, fundada para desafiar la “política de odio y división” del presidente, declaró: “Tras presenciar la mayor manifestación de extrema derecha del Reino Unido el fin de semana pasado, es aún más esencial salir a protestar contra la visita de Estado de Donald Trump”.

“La respuesta de Sir Keir Starmer a esta repugnante exhibición fue insuficiente y tardía. Ahora recibe a Trump para hablar sobre acuerdos nucleares y tecnológicos que enriquecerán aún más a los ricos, pero no beneficiarán a la gente común. No queremos que nuestro gobierno sacrifique nuestra democracia y decencia”, declararon.

Los Trump serán recibidos con una serie de actos ceremoniales, incluyendo un desfile aéreo de los Red Arrows y una procesión en carruaje por el parque de Windsor.

Visita controvertida

El miércoles por la noche, el Rey ofrecerá el tradicional banquete de estado de gala en el Castillo de Windsor, durante el cual él y Trump pronunciarán discursos. Al día siguiente, Trump y el primer ministro Sir Keir se reunirán en Chequers.

La visita de Estado del presidente estadounidense Donald Trump al Reino Unido esta semana no estará exenta de controversia, al igual que su primera visita hace seis años.

En junio de 2019, además de tomar el té con la reina Isabel II, el presidente estadounidense calificó al alcalde de Londres, hijo de la inmigración paquistaní, Sadiq Khan, de “un completo perdedor”. Apoyó a Boris Johnson en la carrera por el liderazgo del Partido Conservador y sugirió que “el NHS, el servicio público de salud, debería formar parte de las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y el Reino Unido”.

Todo esto vino acompañado de una petición que pedía que no lo recibieran en una visita de Estado al Reino Unido, firmada por más de un millón de personas, así como de ruidosas protestas en las que participaron miles de personas y una enorme efigie inflable que se conoció como el Bebé Trump.

La segunda visita de Estado de esta semana, sin precedentes para alguien que no pertenece a la realeza, demostrará que la primera no fue la excepción.

El temor es que algo salga mal: que Trump mencione a Mandelson en su conferencia de prensa, hable de la libertad de expresión o la regulación de las redes sociales en el reino, o de la migración.

Un recuerdo para los británicos de los setenta: tal ha sido la enorme presencia estadounidense que algunos lugareños han rebautizado Windsor como “Trumpton”, en honor a la ciudad del programa infantil de televisión de los años 70.

Planificación obsesiva

La planificación detallada de la visita se ha prolongado durante meses, incluyendo los menús del banquete, la disposición de los asientos y la redacción del discurso de siete minutos del Rey. Para los funcionarios del Palacio, la atención al detalle lo es todo.

Uno de los mayores problemas ha sido encontrar un lugar para reunir a la Caballería Real. Debe estar lo suficientemente lejos de las zonas de aterrizaje de los helicópteros para garantizar que los caballos no se asusten con el ruido, y lo suficientemente cerca para formar rápidamente la escolta que acompañará la procesión del carruaje de los Trump por los terrenos del Castillo de Windsor. También ha habido un intenso debate entre el Palacio y el Ministerio de Asuntos Exteriores sobre quién se sentará y en qué lugar durante el Banquete de Estado, en el Salón de St. George.

“El valor de estos eventos no solo reside en las oportunidades para tomar fotos, sino también en todas las conversaciones informales”, declaró una fuente cercana a la realeza.

“Se presta mucha atención a la distribución de los asientos para el banquete. Así, las personas con ciertas áreas políticas se sientan juntas”, explican los funcionarios de protocolo.

También se ha dedicado mucha atención al menú y a la música, que incluirá “muchos guiños a la herencia escocesa” de Trump, cuya madre nació en Escocia. El discurso de siete minutos del rey Carlos III en el banquete ha pasado por muchos borradores, asegurándose de que toque las teclas adecuadas sin cruzar líneas políticas.

Las autoridades afirman que sus pares estadounidenses no les han dado ninguna indicación sobre lo que Trump podría decir en su discurso.

Hasta ahora, todo es logístico. Pero el principal reto para los organizadores reales ha sido encontrar la manera de garantizar que Trump sienta que ha recibido una visita de estado completa y con todos los detalles Royal. A eso viene, tras la carta del rey Carlos invitándolo.

No es tarea fácil. El presidente estará en el país menos de 48 horas y no visitará Downing Street, ni se dirigirá al Parlamento, ni siquiera tendrá tiempo para jugar un partido de golf.

La escala de la ceremonia en Windsor se ha intensificado, con 1,300 soldados y 120 caballos involucrados, muchos más que los utilizados cuando el presidente Macron de Francia visitó el lugar a principios de este año.

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