
No hay nadie que frene a Oklahoma. Los Thunder están ya 21-1. Es el cuarto equipo de la historia en firmar un arranque así, un hito que permite incluso pronosticar un nuevo anillo, el segundo consecutivo, para las vitrinas de OKC. Sin embargo, muchos ya no recuerdan el largo camino que ha llevado a la franquicia hasta aquí. Hace apenas dos días se cumplieron cuatro años de uno de los capítulos más oscuros de la historia de los Thunder. El 2 de diciembre de 2021, OKC recibió la mayor paliza de la historia de la NBA al perder ante Memphis por 152-79. Una derrota de 73 puntos de diferencia. Desde ese momento, la historia de Oklahoma no ha hecho más que despegar hasta el punto de poder consagrarse como una de las próximas dinastías de la NBA.
Los Thunder son primeros en el Oeste con un balance de 21-1 / Associated Press/LaPresse / LAP
El 2 de diciembre de 2021 los Thunder tocaron fondo. En Memphis, sin Shai Gilgeous-Alexander ni Josh Giddey, Oklahoma City se presentó con un equipo plagado de jóvenes y suplentes: Ty Jerome, Tre Mann, Jeremiah Robinson-Earl, Aleksej Pokusevski, Isaiah Roby, Mike Muscala, Gabriel Deck, Paul Watson, etc. OKC salió del FedExForum con la mayor paliza de la historia de la NBA: 152-79 para los Grizzlies, 73 puntos de diferencia, récord absoluto de la Liga. Memphis tampoco contó con Ja Morant, pero no lo necesitó: Jaren Jackson Jr. lideró con 27 puntos y nueve de los doce jugadores locales acabaron en dobles dígitos y el marcador al descanso ya era un demoledor 72-36.
Desde aquella derrota, apenas sobrevivieron un par de nombres de la plantilla en el núcleo del futuro campeón. El resto de aquella foto en Memphis quedó como testimonio de hasta qué punto la franquicia había tocado fondo antes de reconstruirse por completo. OKC acabó penúltimo en la Conferencia Oeste al final de aquella temporada, con un balance de 22-50, el cuarto peor equipo de la NBA.
Desde aquella paliza, la franquicia reconstruyó prácticamente todo. La plantilla se transformó por completo alrededor de Shai Gilgeous-Alexander. Sobre esa estrella, los Thunder levantaron un núcleo joven de élite vía draft: Jalen Williams y Chet Holmgren como grandes talentos de futuro, y más tarde piezas como Cason Wallace u otros exteriores que encajaban en una identidad muy clara: ritmo alto, balón en manos de Shai y defensa agresiva.

Jalen Williams y Chet Holmgren fueron seleccionados en el mismo Draft de 2022 / Oklahoma City Thunder
Al mismo tiempo, Sam Presti utilizó su montaña de elecciones del draft para rodear al grupo de complementos útiles, en lugar de hipotecar el futuro por una estrella veterana. La continuidad de Mark Daigneault en el banquillo y de la misma estructura en los despachos dio coherencia a todo el proceso. El salto definitivo llegó en la temporada 2024-25, cuando los Thunder firmaron un 68-14, mejor récord de la liga y mejor balance de su historia, con el mejor Net Rating del curso y una de las defensas más eficientes jamás registradas. Ese año acabaron proclamándose campeones de la NBA al derrotar a los Indiana Pacers en un séptimo partido, con Shai decidiendo la serie y poniendo fin a la espera del primer anillo de la franquicia en Oklahoma.
Esta temporada, los Thunder han arrancado como un rodillo: 21-1 en sus primeros 22 partidos y un diferencial de más de +15 por noche, cifras que los sitúan en ritmo de superar el 73-9 de los Warriors de 2016. Analistas y hasta jugadores de aquellos Warriors, como Draymond Green, creen que OKC no solo revalidará el título, sino que amenaza seriamente el récord histórico de victorias: “Es muy difícil, pero creo que ellos son capaces. De todas formas, necesitan que demasiadas cosas les salgan bien. Creo que las 73 victorias me sacaron años de vida, pero ellos son capaces de muchas cosas”, añadió el jugador de San Francisco.
Cuatro años después, el mismo equipo que una vez simbolizó la humillación en Memphis se ha convertido en el mejor equipo de la NBA y en un aspirante real a firmar la mejor temporada regular de todos los tiempos.






