Antes de que los aranceles del presidente Donald Trump entraran en vigor este año, la fábrica de Chicken of the Sea en Lyons, Georgia, operaba a toda velocidad sus líneas de producción, enlatando suficiente atún importado para acumular inventario de cuatro a seis meses en almacenes de todo Estados Unidos.
Fue un esfuerzo para mitigar el efecto de los aranceles, y funcionó, temporalmente. Pero una vez que el presidente impuso esos elevados gravámenes a nivel mundial, los costos del pescado, el aceite de oliva y las latas de acero que necesita la fábrica aumentaron. La producción se ha ralentizado, y la fábrica ha reducido su horario de atención a cuatro días a la semana en lugar de cinco.
Chicken of the Sea ha liquidado todo el inventario que tenía acumulado antes de los aranceles. Los ejecutivos de la empresa afirman que esto los ha dejado con pocas opciones aparte de subir los precios, a menos que puedan conseguir una suspensión de los aranceles.
“Nos está presionando y nos obliga a tomar decisiones realmente difíciles”, declaró Andy Mecs, presidente de Chicken of the Sea International. “Inevitablemente, creo que veremos cierta inflación si no vemos algún alivio pronto”.
Un manifestante con un cartel contra los aranceles impuestos por Donald Trump a productos extranjeros. Foto: REUTERS
Una medida tomada por la administración Trump el mes pasado para eximir de aranceles a algunos productos no fabricados en Estados Unidos, como el café y el plátano, dio esperanza a Chicken of the Sea y a otros importadores que pagan aranceles.
La empresa y los legisladores de Georgia que representan a su distrito han argumentado ante los funcionarios de la Casa Blanca que debería haber exenciones arancelarias para productos extranjeros que no tienen sustituto estadounidense, como el atún congelado que la empresa importa de Tailandia, Vietnam, Ecuador e Indonesia. El tipo de atún que se usa típicamente para enlatar se captura en aguas cálidas alrededor del Ecuador.
Desde las exenciones de Trump, una oleada de empresas ha comenzado a solicitar a los funcionarios en Washington un alivio similar. Las empresas que dependen de materiales extranjeros, desde fábricas que importan maquinaria hasta minoristas que venden árboles de Navidad artificiales, argumentan que los aranceles sobre sus productos simplemente están elevando los precios al consumidor y agravando el descontento de los estadounidenses con la economía, en lugar de fomentar una mayor producción en Estados Unidos.
Los pedidos han suscitado dudas sobre la dirección estratégica que tomará la política comercial del presidente en los próximos meses. Trump ha pasado el último año introduciendo, suspendiendo y luego restableciendo más aranceles de los que Estados Unidos había visto en casi un siglo.
La Corte Suprema decide
Se espera que la Corte Suprema decida pronto si muchos de los aranceles globales de Trump se impusieron legalmente. Algunos observadores judiciales esperan que los jueces anulen los aranceles que Trump impuso mediante una ley de emergencia económica.
Si bien el presidente tiene muchas otras opciones para reimponer los gravámenes, algunos ejecutivos esperan que una derrota en la Corte Suprema anime a la administración a enfocar sus aranceles con mayor precisión en bienes cruciales, en lugar de prácticamente todo lo que importan los estadounidenses. Everett Eissenstat, socio de Squire Patton Boggs, un estudio de abogados y lobby, afirmó que la administración parecía dispuesta a discutir más exenciones para productos, como materias primas y maquinaria, que las fábricas estadounidenses necesitan.
“Creo que es natural que, ahora que se han implementado muchos de estos aranceles, se empiece a dialogar más sobre cómo se están implementando”, declaró Eissenstat, quien fue asesor económico de Trump durante su primer mandato.
Impacto en la inflación
El efecto de los aranceles en los precios al consumidor fue inicialmente algo discreto, pero con el tiempo se ha vuelto más evidente. Los funcionarios de Trump siguen negando públicamente que los aranceles estén aumentando los precios.
Donald Trump minimiza el aumento de los precios debido a los impuestos aduaneros. Foto: BLOOMBERG
Sin embargo, en octubre, investigadores del Banco de la Reserva Federal de San Luis escribieron que los precios de los bienes duraderos afectados por los aranceles habían “aumentado notablemente”, y concluyeron: “Las medidas arancelarias ya están ejerciendo una presión alcista mensurable sobre los precios al consumidor”. Los altos precios han afectado los índices de aprobación del presidente y han beneficiado a los demócratas en las elecciones del mes pasado en todo el país.
Los funcionarios de Trump han presentado las nuevas exenciones arancelarias como algo positivo, argumentando que el éxito de la administración al cerrar más de una docena de acuerdos comerciales y de inversión con países como Japón, Suiza y El Salvador ha creado margen para realizar dichos ajustes.
Kush Desai, portavoz de la Casa Blanca, afirmó que los productos exentos “en gran medida no pueden cultivarse ni extraerse físicamente en Estados Unidos”.
“Las desventajas comparativas se pueden superar con innovación e inversión, pero las condiciones climáticas que impiden el cultivo de canela y azafrán no”, añadió.
Hasta el momento, solo se han ofrecido exenciones para una pequeña parte de los aranceles de Trump. Un análisis del Instituto Peterson de Economía Internacional concluyó que las exenciones anunciadas en noviembre para el café, el plátano, el cacao, el tomate y otros productos ahorrarían a cada hogar estadounidense tan solo 35 dólares al año, en comparación con un coste anual adicional de 1.700 dólares por los aranceles de Trump en general.
Ed Gresser, ex funcionario comercial estadounidense y director de comercio del Instituto de Política Progresista, describió las exenciones como “un gesto cosmético”.
Chicken of the Sea operó sus líneas de producción a toda máquina a principios de este año, almacenando sus productos para mitigar costes. Crédito: Adam Kuehl para The New York Times.
Trump restó importancia a los problemas del costo de vida y calificó el asunto como una “narrativa falsa” creada por los demócratas.
En otros momentos, el presidente ha reiterado su convicción de los beneficios de gravar las importaciones. “Los aranceles han hecho a nuestro país rico, fuerte, poderoso y seguro”, escribió Trump el 29 de noviembre.
Si bien el gobierno ha sentado las bases para más exenciones a los aranceles “recíprocos” que impuso a otros países, también está ampliando constantemente otros aranceles, como los impuestos al acero y al aluminio presentes en una amplia gama de productos importados, como barras de equilibrio y latas de leche condensada. Y aún está considerando nuevos aranceles sobre semiconductores y productos electrónicos, minerales críticos, dispositivos médicos y otros productos.
