La historia de la familia Kennedy, una de las dinastías políticas más prominentes de Estados Unidos, está inextricablemente ligada a una serie de devastadoras tragedias que han llevado a la creencia popular en una persistente y oscura “Maldición Kennedy”.
A pesar de los logros políticos, la riqueza y el glamour que rodearon a los Kennedy, la cadena de desgracias y muertes violentas o prematuras ha solidificado su estatus como una dinastía de alto perfil condenada por las calamidades. Un ejemplo de ello ocurrió esta semana, con el anuncio de un cáncer terminal hecho por Tatiana Schlossberg, nieta de JFK.
Dos de los episodios más conocidos de la saga familiar se remontan a mediados de los 60 con los dos atentados que acabaron con la vida de dos hermanos: John F. Kennedy, mientras aún era presidente de Estados Unidos en 1963; y Robert F. Kennedy, en 1968, durante la campaña a las primarias de California en las que intentaba conseguir la nominación demócrata para la presidencia del país.
Senador. Robert Kennedy da un discurso de cierre de campaña, momentos antes de su asesinato en Los Angeles en 1968 (AP). t
El atentado que acabó con la vida de JFK ocurrió durante su visita oficial a Dallas. El 35º presidente de los Estados Unidos tenía 46 años cuando la bala disparada por Lee Harvey Oswald acabó con su vida. Este magnicidio detuvo abruptamente la era de “Camelot”, con una imagen ideal entre el presidente y su mujer Jackie, y redefinió la política moderna estadounidense.
Cinco años más tarde otro disparo mató a su hermano Robert. Ocurrió el 5 de junio de 1968, cuando el candidato demócrata acababa de realizar un triunfal discurso en el hotel Ambassador de Los Ángeles, que le postulaba como firme candidato a ganar las primarias de su partido en California de cara a las siguientes elecciones presidenciales. Tenía 42 años. Su muerte disipó las esperanzas de otro Kennedy en la Casa Blanca.
En julio de 1969, otro hermano, Ted Kennedy, tuvo un accidente de automóvil en el que murió Marie Jo Kopechne, de 28 años. Según su versión, él intentó salvarla, pero el escándalo de esta muerte, que denunció 10 horas después de haber ocurrido el accidente, le persiguió el resto de su vida y a la larga frustró su propia carrera a la Casa Blanca. Murió a los 77 años de un tumor cerebral.
Aunque recondujo su figura durante los años ochenta luchando como senador por los servicios médicos, la causa feminista y los derechos de los homosexuales, nadie olvidó la descripción que hicieron de él las revistas Newsweek o Time: “Un borracho de Palm Beach, un patán grotesco para los tabloides” y “el símbolo viviente de los defectos de su familia”.
La tragedia de la primera generación se remonta a la vida de Rosemary Kennedy, la hija mayor del patriarca Joseph P.Kennedy y su esposa Rose. En 1941, Joseph autorizó una lobotomía que resultó fallida y dejó a la joven con graves discapacidades de por vida, obligándola a pasar el resto de sus días alejada del ojo público en una institución.
Mensaje. Tatiana Schlossberg, hija de Caroline Kennedy y nieta de JFK, al hablar durante un acto público en 2023 (AP).
Una tragedia en la misma generación fue la de Joseph P. Kennedy Jr., el hermano destinado a ser el líder político de la familia, quien murió en agosto de 1944 cuando su avión explotó durante una misión de bombardeo secreta en la Segunda Guerra Mundial. Cuatro años más tarde Joseph y Rose Kennedy perdieron a otra de sus hijas, Kathleen, a quien llamaban Kick. Tenía 28 años y murió en un accidente de aviación mientras viajaba desde París a la Riviera francesa.
Estos hechos marcaron a una familia poderosa y ambiciosa para siempre, pero en el más de medio siglo que ha pasado desde entonces los Kennedy han seguido sumando fallecimientos inesperados que les han convertido en una familia perseguida por una maldición a ojos de muchos.
Aunque en la mayoría de los casos se trata más bien de las consecuencias dramáticas de la manera de vivir de un grupo que se ha caracterizado por estar muy expuesto a la admiración y la crítica pública, practicantes habituales de deportes y aficiones que conllevan cierto riesgo y, algunos, con estilos de vida proclives a ponerles en situación límite.
Los accidentes aéreos han sido una recurrente fuente de dolor para la familia: Kathleen “Kick” Kennedy, hermana de JFK y de Bobby, murió en un accidente de avión en Francia en 1948. John F. Kennedy Jr., conocido como “John John”, fue la pérdida más mediática de las últimas décadas.
Tuvo lugar en julio de 1999, cuando el hijo del presidente Kennedy; su esposa, Carolyn Bessette, y su cuñada Lauren murieron al estrellarse el avión que él mismo pilotaba frente a la costa de Martha’s Vineyard.
Los tres viajaban camino de la boda de una prima del que se había convertido en la nueva esperanza de la familia Kennedy para un futuro político, aunque el joven, que tenía entonces 38 años, parecía haber inclinado sus gustos hacia la información y editaba una revista política.
Influyente.Edward Kennedy (izq.), junto con Hillary Clinton y el ex presidente Bill Clinton en un servicio religioso (AP).
Otros miembros menos conocidos de la dinastía también tuvieron muertes prematuras. David Kennedy, hijo de Bobby, murió en 1984 a los 28 años por una sobredosis de drogas en un hotel de Florida. Su hermano Michael Kennedy falleció en diciembre de 1997 en un accidente de esquí en Aspen, Colorado. Saoirse Kennedy Hill, nieta del ex presidente, murió en agosto de 2019 por una sobredosis. Y Maeve Kennedy McKean (sobrina nieta de JFK) y su hijo Gideon murieron en abril de 2020 en un accidente de canoa en la Bahía de Chesapeake.
En 2011 murió Kara Kennedy, hija del senador Edward M. Kennedy y sobrina de Robert y John. Tenía 51 años y le dio un ataque al corazón mientras entrenaba en un gimnasio en Washington. En 2012, Mary Richardson, exesposa de Robert F. Kennedy Jr, el actual ministro de Salud de EE.UU., se suicidó a los 52 años en mitad de su proceso de separación y de la batalla por la custodia de sus hijos. Su cuerpo se encontró en un granero situado detrás de su vivienda en Bedford, Nueva York.