
El beisbol tiene una forma única de escribir sus propias historias, y la de Miguel Rojas con los Dodgers de Los Ángeles será recordada como una de las más sorprendentes de esta postemporada. El veterano venezolano, que apenas había tenido participación durante la serie final, conectó un jonrón histórico a dos outs del final de la temporada, cuando todo parecía perdido para su equipo.
El contexto no podía ser más improbable. Miguel Rojas había tenido serias dificultades durante la campaña ante lanzadores derechos, con apenas un cuadrangular en toda la temporada regular frente a ese tipo de pitcheo. Pero en el momento más crítico, cuando el margen era mínimo y los Dodgers necesitaban un héroe, el infielder respondió con un batazo que cambió por completo el destino del equipo angelino.
Para Miguel Rojas, el jonrón no solo significó una reivindicación personal, sino también una muestra de su experiencia y temple. Durante gran parte de la postemporada, su rol se limitó a ser una opción defensiva o un bate emergente ocasional, pero su preparación y compromiso se mantuvieron intactos. Esa mentalidad lo llevó a estar listo para el instante más grande de su carrera.
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El estadio estalló en euforia mientras Miguel Rojas recorría las bases con una mezcla de incredulidad y emoción. Su conexión no solo definió el partido, sino que también marcó un punto de inflexión en la narrativa de la Serie Mundial. De jugador secundario pasó a ser protagonista absoluto, demostrando que la grandeza puede aparecer en los momentos más inesperados.
Con ese batazo, Miguel Rojas se ganó un lugar eterno en la memoria de los fanáticos de los Dodgers. Su segundo jonrón ante un lanzador derecho en toda la temporada terminó siendo, paradójicamente, el más importante de su carrera.






