En el puerto de Forum, en el límite entre Barcelona y San Adrià de Bezòs, unas cuantas gaviotas sobrevuelan las embarcaciones de la Global Sumud Flotilla que zarpa hacia Gaza. Jorge González revisa por última vez las maniobras de su velero. Es argentino, tiene 52 años, navega desde que nació y hoy se convertirá en el único capitán de bandera argentina que participe en la flotilla civil rumbo a Gaza en un intento de llevar ayuda humanitaria.
González comanda uno de los 20 barcos de la Global Sumud Flotilla que este domingo zarpó desde Barcelona con la misión de romper el bloqueo naval impuesto por Israel sobre Gaza y abrir un corredor humanitario. Más de 26.000 personas se inscribieron para participar de la expedición, con 44 países representados, pero solo unos pocos cientos fueron seleccionados para esta travesía que promete ser muy peligrosa.
Mirá, navego desde antes de nacer: tengo una foto de mi mamá embarazada de seis meses navegando conmigo en la panza”, cuenta González desde su barco anclado en el puerto catalán. “Navego en forma profesional desde hace 20 años. He cruzado cinco veces el Atlántico, una vez en solitario, fui capitán del barco más grande de Suiza. Pero esto es totalmente diferente a todo lo anterior, porque acá tenemos enfrente al ejército israelí que no quiere que lleguemos. Es mucho más peligroso que cruzar el Atlántico”.
González entiende perfectamente la naturaleza mediática de la operación: “La verdad es que el objetivo es la denuncia, la visibilización. La visibilización de que no dejan llegar un kilo de arroz, una tira de aspirinas. Eso es denunciable y crea conciencia de alguna manera, pero nadie cree que vayamos a llegar. La idea es denunciar”.
La palabra árabe “sumud” significa perseverancia, firmeza y resistencia inquebrantable ante la adversidad, y no existe término más apropiado para esta iniciativa.
Banderas palestinas ondean frente a la Sagrada Familia mientras la Flotilla Global Sumud, una expedición humanitaria a Gaza, parte del puerto de Barcelona. Foto Reuters
Barcelona, epicentro de la solidaridad con Gaza
La Global Sumud Flotilla ha convertido a Barcelona en un símbolo mundial de solidaridad con Gaza. La ciudad se ha volcado completamente con la misión: asociaciones, ONG y sindicatos han apoyado la organización cediendo espacios de reunión, alojamiento y preparando comida para los voluntarios llegados de 44 países. “La sociedad civil de Barcelona se ha puesto en pie. Nos han ofrecido 500 casas, polideportivos, centros sociales”, explica Saif Abukeshek, portavoz de la flotilla.
Esta vez la iniciativa cuenta con un respaldo de figuras internacionales sin precedentes. La activista Greta Thunberg se embarcará el domingo en Barcelona y figuras internacionales como la actriz Susan Sarandon y el actor de Game of Thrones, Liam Cunningham, darán apoyo a la flotilla en el puerto. También la ex alcaldesa de Barcelona Ada Colau navegará en una de las embarcaciones.
Jorge González, el único capitán argentino de la Global Sumud Flotilla que intenta llegar a Gaza con ayuda humanitaria.
El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, celebró que la flotilla parta desde la capital catalana: “Creo que dice mucho de la sociedad catalana el conjunto de movilizaciones que se están preparando este fin de semana, con un conjunto de barcos que saldrán del Puerto de Barcelona, justamente para mostrar la solidaridad y condenar ese genocidio que existe en Gaza”.
Una misión con final anunciado
Jorge González no se hace ilusiones. Sabe que las probabilidades de llegar a Gaza son mínimas. Las dos flotillas anteriores fueron interceptadas por el Ejército israelí, y esta vez no espera que sea diferente.
“Esta es la iniciativa más grande hasta ahora de intentar romper el bloqueo naval sobre Gaza. La flota tendrá entre 50 y 60 barcos, la mayoría zarpando de aquí, de Barcelona”, explica. “Pero hay dos antecedentes de que no nos van a dejar llegar. Las dos veces anteriores no los dejaron llegar, hundieron los barcos con toda la comida y metieron presos a toda la tripulación, incluyendo a Greta Thunberg y a Thiago Ávila”.
Jorge González no se hace ilusiones. Sabe que las probabilidades de llegar a Gaza son mínimas. Foto AP
El capitán argentino es realista sobre las chances de éxito: “La suposición es que ahora, como vamos a ir muchísimos más barcos desde distintos destinos -desde Túnez, desde Sicilia, desde Grecia- va a ser mucho más difícil detener a todos. Pero yo supongo que las fuerzas navales de Israel pueden detenernos a todos y entonces no vamos a llegar. En todo caso quedará demostrado una vez más que no quieren dejar llegar un kilo de arroz o una aspirina”.
De los cerca de 300 participantes que zarparán desde Barcelona, siete u ocho son argentinos. “Considerando que hay 44 nacionalidades involucradas, siete u ocho argentinos es un promedio alto de solidaridad”, destaca González con orgullo.
En su barco, un velero nórdico de 12 metros, sólido e incómodo, viaja una tripulación internacional que incluye a un español llamado Manuel, “de unos 50 y pico de años que ya fue a Cisjordania por tierra hace unos años y tuvo una experiencia bastante violenta con la policía israelí”, y a Pablo Solarz, director de cine argentino conocido por películas como “El último traje”. “Es un judío que no está de acuerdo con la existencia del Estado de Israel y mucho menos con su carácter genocida y quiso venir acá”, explica González. También los acompaña Nicolás Marín, un joven documentalista argentino de 25 años que ya tiene un extenso recorrido profesional y documentará la travesía.
El recorrido hacia Gaza
La ruta está planificada con escalas estratégicas. La travesía durará más de 15 días desde Barcelona hasta Gaza, recorriendo casi 1.700 millas náuticas (unos 3.000 kilómetros). “La idea es ir de aquí a Túnez, de Túnez a Sicilia, de Sicilia a Grecia y de Grecia bajar a Gaza. En medio de eso hay un montón de cuestiones geopolíticas de países amigos, enemigos, etcétera. Por eso conviene ir así”, detalla González. “Alrededor del 17, 18, 20 de septiembre estaremos llegando a Gaza”.
Activistas saludan desde un barco de una flotilla civil con destino a Gaza, con el objetivo de romper el bloqueo israelí y entregar ayuda humanitaria, en Barcelona. Foto AP
El capitán reconoce que la organización logística presenta desafíos: “Hasta ahora no escuché nada acerca de coordinar velocidades, rumbos. Es complicado porque hay goletas de 23 metros y veleros de 12 como el que yo comando”.
Nacido en 1973, González estudió sociología en la UBA sin recibirse. “Estudiante de sociología comanda el barco rumbo a Gaza y la gente dice ‘ah'”, bromea sobre el titular que imagina para su historia.
Los propietarios de las embarcaciones conocen los riesgos. “Es una iniciativa que en materia de barcos va a fondo perdido. Los chicos que organizan esto creen que va a ser igual que las veces anteriores. Si están en lo cierto, nos van a quitar los barcos, nos van a meter presos, nos van a tener detenidos un tiempo, nos van a maltratar un poco, van a hundir los barcos y nos van a deportar”.