Y como manda esta tradición del nuevo tenis, Jannik Sinner y Carlos Alcaraz se verán las caras este lunes (21.00 horas) en una final. Todavía no tiene la entidad ni la trayectoria que encumbró a otras rivalidades, pero ya tiene algún tinte histórico. … Es su decimocuarta batalla, pero esta de Cincinnati es la cuarta vez consecutiva en la que el italiano y el español pugnan por un título en este 2025, después del Masters 1.000 de Roma, Roland Garros y Wimbledon. Solo McEnroe y Lendl, en 1983, Edberg y Becker, en 1990, Federer y Nadal, en 2006, y Nadal y Djokovic, en 2011, lograron cinco finales en torneos de categoría 1.000 como este. Es la quinta vez desde 1990 que dos mismos tenistas protagonizan finales en tierra, hierba y pista rápida en un mismo año: Edberg y Becker en 1990; Federer y Nadal, en 2006; Nadal y Djokovic, en 2011; Federer y Djokovic, en 2015, recuerda Opta.
Por eso, hay más de otro capítulo en la historia del tenis y de título en juego, porque hay muchos argumentos encima de la red en este superclásico en el que se ha convertido esta rivalidad del Big 2. Sinner, para empezar, defiende la corona de Cincinnati, quiere permanecer todo lo posible en el trono de la ATP que acecha el español, y demostrarle a su archirrival que la superioridad de Wimbledon es algo que puede mantener en el tiempo. Alcaraz jugará la séptima final seguida, de las que ganó Montecarlo, Roma, Roland Garros y Queen’s y se quedó con el segundo premio en el Conde de Godó (ante Rune y una lesión) y en la citada final en la Catedral de Londres. Se persiguen hasta en este tipo de rachas. Alcaraz tiene nueve finales de Masters 1.000; Sinner, ocho, ambos por detrás de Djokovic (60), Zverev (12) y Medvedev (10), de los jugadores en activo. En cuanto a finales consecutivas, desde el año 2000, Roger Federer y Novak Djokovic alcanzaron 17, Rafael Nadal, 9, y después llegan ya ellos dos: Sinner con 8 y Alcaraz con estas 7, empatado con Andy Murray.
Y quiere el murciano alcanzarlo por el momento en este dato y la revancha del último duelo. «Él ganó la última, yo gané las dos primeras, así que creo que será muy interesante. Es la primera final [entre nosotros este año] en pista dura, así que estoy emocionado por aceptar este reto». Sobre todo porque ya ha borrado de la memoria aquel resbalón y el consiguiente gesto de rabia del año pasado en estas pistas y muestra su determinación de conseguirlo con ese apuntarse a entrenar los saques un poco más, minutos después de subir el nivel y la eficiencia para ganar a Alexander Zverev en semifinales (6-4 y 6-3). Sabe que lo necesita todo para el reto que supone el número 1: «Tengo muchas ganas de volver a jugar contra Sinner. Gracias a él puedo mostrar mi mejor tenis en el partido. Para la gente también es genial ver nuestros partidos. Subimos el nivel al máximo y mostramos un tenis realmente hermoso. Jannik, sin duda, es el mejor del mundo en rápida y en todas las superficies en este momento probablemente. Tengo que estar listo».
Porque va muy fino el de San Cándido, que no ha cedido ningún set en el torneo que ganó el año pasado y suma 26 triunfos en pista rápida. Italiano y español cumplen con la rivalidad de las que pueden marca una época, porque así contestaba Sinner tras acabar con el bonito cuento de Terence Atmane (7-6 (4) y 6-2): «Va a ser un partido muy muy difícil, pero espero que, de todos modos, sea un buen partido. Ojalá sea un partido de muy alto nivel. Eso es lo importante para nosotros, pero también para los espectadores».
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