A poco más de una semana para las elecciones nacionales con dos candidatos de derecha como favoritos, los legisladores bolivianos abuchearon al vicepresidente y criticaron a los gritos la política económica del presidente Luis Arce, quien en los actos por el Bicentenario hizo un discurso de autoelogio y sin autocríticas en medio de una crisis nacional que paraliza a Bolivia.
El vicepresidente de Bolivia, David Choquehuanca, desató una nueva polémica en medio del clima electoral rumbo a los comicios del 17 de agosto, tras afirmar en su mensaje por los 200 años de la fundación política del país que en el Altiplano “persiste el caudillismo”, lo que alimenta el autoritarismo de los líderes partidarios y el fanatismo de sus seguidores.
“¡Ya se van, ya se van!”, le gritaron en su réplica a Choquehuanca desde los palcos en medio de su discurso en el que también habló de manipulación electoral.
Las elecciones se presentan muy desfavorables para el oficialismo ya que ninguno de los tres candidatos cercanos a sus filas figuran con posibilidades de pasar a la segunda vuelta. Al contrario, el empresario de derecha Samuel Doria Median lidera todos los sondeos (entre 20 y 22% de votos) seguido de cerca por el ex presidente conservador, Jorge Tuto Quiroga. Los otros postulantes se hallan muy lejos por debajo del 10%.
Durante la sesión de honor de la Asamblea Legislativa Plurinacional en la Casa de la Libertad de Sucre, Choquehuanca —que concluirá su mandato el 8 de noviembre junto al presidente s Arce— sostuvo que el Estado Plurinacional representa un sistema nuevo de autogobierno, pero reconoció que aún enfrenta serias limitaciones en un escenario político complejo y polarizado.
“Estamos en un escenario preelectoral donde se fabrican encuestas y se manipulan datos de la realidad, mientras el pueblo queda fracturado sin haber elegido”, denunció. Choquehuanca insistió en que el país necesita unidad, acuerdos y comprensión de los errores. “Para unos, la solución será seguir peleando; otros elegirán la fuga ante promesas incumplidas”, reflexionó, en lo que varios analistas interpretan como una crítica velada a las fracturas internas del Movimiento Al Socialismo (MAS), partido al que pertenece y que está en el poder desde hace 20 años.
El discurso de Choquehuanca se suma a la controversia generada por la intervención del presidente Arce, quien también fue cuestionado por evitar la autocrítica y centrarse solo en la defensa del llamado “proceso de cambio” y sus 20 años de reformas, como la nacionalización de los hidrocarburos o la industrialización con sustitución de importaciones. Sin embargo, para los economistas Gonzalo Chávez y Armando Ortuño, el mandatario desaprovechó una ocasión histórica para hablarle al país con visión de futuro, reconocer la crisis y llamar a la unidad nacional.
“Fue un discurso para la autocomplacencia. Un narcisismo macroeconómico que no abordó lo más grave: filas por pan, gasolina, dólares y empleos. No fue el discurso de los 200 años, fue el de los 20 años del populismo”, opinó Chávez durante un análisis televisivo posterior al mensaje.
Ambos economistas cuestionaron duramente la falta de autocrítica del presidente y su insistencia en atribuir los problemas económicos a factores externos. “El presidente vive en una burbuja ideológica. No reconoce el colapso del sector hidrocarburos, la caída en educación, ni el déficit fiscal crónico. Bolivia dejó de ser una potencia gasífera y ahora importa energía. Esa realidad quedó ausente”, añadió el economista paceño.
Por su parte, Ortuño lamentó la ausencia de un mensaje que inspire unidad y rescate los logros colectivos del país en dos siglos de historia. “Era una oportunidad para mirar al país como un proyecto común, hablar de nuestras potencialidades, no solo de las fracturas. No se trataba de defender un modelo, sino de construir un relato que incluya a todos”, reflexionó.
Ambos coincidieron en que, frente a una economía con serios desequilibrios fiscales, cambiarios y de abastecimiento, el presidente optó por minimizar los problemas. “Dijo que la escasez de combustibles es coyuntural, cuando en realidad refleja problemas estructurales acumulados. El próximo gobierno, sea cual sea, tendrá que enfrentarlos”, advirtió Ortuño.
Finalmente, los dos economistas lamentaron que en un momento simbólico como los 200 años de la independencia, el mensaje presidencial haya priorizado una visión polarizante de la historia construida sobre confrontaciones y no sobre acuerdos.