Lula promete contramedidas a los aranceles del 50% anunciados por Trump

Mundo3 months ago33 Vistas

La noticia cayó como un rayo en los salones del Palacio del Planalto y de la Cancillería brasileña. La carta inesperada del presidente estadounidense Donald Trump, ha despertado una fuerte reacción del mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, de autoridades y del sector empresarial, boquiabiertos con el tono político del mensaje, que coloca en primer lugar una defensa al expresidente Jair Bolsonaro y es una clara intromisión en asuntos internos brasileños. La imposición de una tarifa del 50% sobre todas las exportaciones de Brasil a Estados Unidos será efectiva a partir del 1 de agosto y representa la tasa más elevada impuesta por Trump a un país emergente, sino que, para muchos, es un golpe eminentemente político, una clara intromisión en los asuntos internos de un Brasil que reafirma su soberanía a cada paso.

La carta Trump ha sido calificada de «vergonzosa» y «sin precedentes» por diversas esferas políticas brasileñas, por dejar en segundo plano las justificaciones meramente económicas de desventaja tarifaria, desmentidas por Lula y su Gobierno, y por haber colocado en primer lugar un ataque directo contra la Corte Suprema brasileña, llamando de «vergüenza internacional» el juicio contra el expresidente Bolsonaro por intento de golpe de Estado. Trump también criticó las órdenes judiciales contra partidarios de Bolsonaro en Estados Unidos, entre ellos, su hijo Eduardo, que llamó «caza de brujas», y denunció la «censura» contra las redes sociales estadounidenses.

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva convocó de urgencia a su equipo y no tardó en responder. En un pronunciamiento oficial en redes sociales, Lula reiteró la soberanía brasileña y sentenció que el país «no aceptará ser tutelado por nadie». El brasileño dejó claro que el proceso judicial contra Bolsonaro y los implicados en el intento golpista es de exclusiva competencia de la Justicia brasileña, «no sujeto a ningún tipo de injerencia o amenaza que hiera la independencia de las instituciones nacionales».

Sobre la defensa de Trump a las plataformas digitales de origen estadounidense, Lula fue enfático: «En Brasil, libertad de expresión no se confunde con agresión o prácticas violentas. Para operar en nuestro país, todas las empresas, nacionales o extranjeras, están sometidas a la legislación brasileña». El mandatario reafirmó, a su vez, que la soberanía, el respeto y la defensa de los intereses del pueblo brasileño son los pilares de su política exterior, y advirtió que cualquier medida unilateral será respondida con base en la Ley de Reciprocidad Económica.

Antes de este «tarifazo» a Brasil, Trump ya había amenazado con un arancel del 10% a los países miembros del bloque de los BRICS, acusándolos de intentar perjudicar a Estados Unidos y reemplazar al dólar como moneda estándar global. «Si quieren jugar ese juego, está bien, pero yo también sé jugar», declaró el republicano contra los líderes de los países que se reunieron esta semana en una cumbre en Río de Janeiro. Durante ese evento, Lula defendió el multilateralismo y subió la voz contra Trump.

Reacciones políticas

La reacción interna en Brasil ha movilizado líderes del Gobierno y de la oposición, que se ha puesto al lado de Trump y de Bolsonaro en la disputa. El vicepresidente Geraldo Alckmin consideró la medida «injusta». «No veo ninguna razón para el aumento de aranceles en relación con Brasil. Brasil no es un problema para Estados Unidos», declaró, subrayando que la balanza comercial entre ambos países favorece a EE.UU. y que muchos productos estadounidenses entran en Brasil con arancel cero.

Mientras veía el incendio de lejos, Bolsonaro, beneficiado por la carta, se limitó a citar un versículo bíblico en sus redes como una indirecta a Lula. «Cuando los justos gobiernan, el pueblo se alegra. Pero cuando los perversos están en el poder, el pueblo gime». Sus aliados corrieron a culpar al actual gobierno por una política externa «hostil» hacia Estados Unidos y un acercamiento a países como China e Irán.

Las reacciones en el Congreso también fueron contundentes. El senador oficialista, Humberto Costa, calificó la medida como un «ataque al país, no a un gobierno». «Nuestra soberanía no es negociable. La decisión deplorable de Trump, de quien Bolsonaro lame las botas, no es contra un gobierno, es contra Brasil», declaró Costa, lamentando que el bolsonarismo «ríe y aplaude con gorra MAGA» mientras perjudica al país. Costa se refería a la gorra de la campaña presidencial de Trump «Make America Great Again», que ha sido usada por el gobernador de São Paulo, Tarcisio de Freitas, uno de los bolsonaristas con más chances de enfrentarse a Lula el próximo año.

El diputado de izquierdas, Ivan Valente, también afirmó que la tarifa «no tiene justificación económica, sino política» y que representa una «interferencia en la soberanía nacional y en el Poder Judicial brasileño, en defensa del golpista Bolsonaro».

Por su parte, Flávio Bolsonaro, senador e hijo del expresidente, lideró los comentarios de la oposición, culpando directamente a Lula. «¡Felicidades, Lula, has conseguido arruinara Brasil! ¿Estás enfadado con los brasileños? ¡Tu antipatriotismo no tiene límites! Después de tantas acciones provocando a la mayor democracia del mundo, ahí está el resultado de la vergüenza de tu política internacional ideologizada». El senador Ciro Nogueira, también de oposición, cuestionó la «política externa ideológica» de Lula, recordándole su apoyo a la opositora de Trump, Kamala Harris, en las elecciones pasadas.

Golpe económico

Las asociaciones de negocios de Brasil también se manifestaron con preocupación. La Asociación Brasileña de Exportadores de Carne (ABIEC), uno de los sectores más afectados, lamentó el aumento de la tarifa que «dificulta el comercio y afecta negativamente al sector productivo», y destacó la importancia de que las cuestiones geopolíticas no se conviertan en barreras al abastecimiento global.

La Frente Parlamentaria de la Agropecuaria, otro sector fundamental en Brasil, advirtió el impacto en el tipo de cambio y su efecto dominó en el aumento de costos de insumos importados, que afectará la competitividad de las exportaciones brasileñas. La Asociación de Exportadores de Zumo consideró la sobretasa «pésima para el sector en su conjunto», afectando incluso a los propios consumidores estadounidenses que tienen en Brasil a su principal proveedor.

La Confederación Nacional de la Industria (CNI), una de las principales organizaciones empresariales del país, afirmó que «no existe ningún hecho económico que justifique una medida de esta magnitud». La CNI declaró que la industria brasileña está interconectada con la estadounidense y que una ruptura en esta relación traería grandes perjuicios a la economía. Contra los argumentos de Trump, la CNI enfatizó que, desde hace más de 15 años, Estados Unidos mantiene un superávit en sus relaciones comerciales con Brasil, contradiciendo su tesis de desequilibrio.

Datos del Ministerio de Desarrollo brasileño muestran que, desde 2009, Brasil ha registrado déficits comerciales consecutivos con EE.UU., sumando un total de poco más de 77 mil millones de euros en los últimos 16 años. La tarifa del 50% impuesta a Brasil es, hasta ahora, la más alta entre las anunciadas por Trump en una serie de cartas enviadas a diversos países. Naciones como Filipinas han recibido una tasa del 20%, y otras como Corea del Sur o Japón un 25%.

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