Hay un día en su historia que jamás olvidarán. Era octubre de 2021 —todavía había que llevar mascarilla— cuando Alejandro Fernández (Córdoba, 30 años) y Gonzalo Barreno (Madrid, 32 años) viajaron a Londres. Estaban en el popular Borough Market, en la zona de Southwark, merodeando entre los puestos de comida cuando se fijaron en que la gente hacía cola en un puesto que servía fresas con chocolate. Les pudo la curiosidad y esperaron pacientemente durante una hora hasta que les tocó el turno. Pagaron 12 libras. “Nos sorprendió que la gente hiciera cola por unas fresas que no sabían a nada. Es nuestra fruta favorita y pensamos que en España había mejor producto”, cuenta Fernández. Le dieron pocas vueltas al tema. En 2022 abrían un pequeño puesto de apenas cuatro metros cuadrados en el mercado de Antón Martín. La escena del mercado londinense se repitió en Madrid. “Nos llevamos una sorpresa cuando vimos que había colas de más de tres horas”, apuntan. En cinco meses atendieron a más de 25.000 personas. “Comprobamos que en España había una necesidad imperiosa de tomar fresas —aunque en realidad son fresones, dado que tienen un mayor tamaño que las fresas y un sabor más dulce que ellas, que son más ácidas y de gusto más intenso, “pero por una cuestión de marketing las llamamos así”—, y lo que quisimos fue universalizar su consumo”, explica Fernández, que vende la tarrina a partir de 4.5 euros.
Para comenzar invirtieron 15.000 euros —solo el grifo de chocolate que encargaron a Italia les costó 8.000 euros—, y recorrieron los invernaderos de media España en busca de los mejores proveedores de fresones, que les llegan desde Huelva, Segovia y Valencia. Al mes gastan más de una tonelada entre los locales que tienen abiertos en Madrid —donde disponen de tres espacios en las zonas de Embajadores, Chueca y Chamberí—, en Valencia, Córdoba, Málaga, y dos en Girona (uno en la ciudad y otro en Figueras). Este viernes han inaugurado en Barcelona y en Jaén, y preparan las aperturas de Granada, Sevilla, Santander, Fuengirola (Málaga), de una nueva franquicia en la Plaza Mayor, en Madrid, y de otro en Barcelona.
En septiembre saldrán fuera de España: se estrenarán en Lisboa y en París. En el plan de negocio tienen previsto acabar el año con 35 tiendas. “Tenemos muchas solicitudes. Madrid está viviendo un bum y los estamos notando. Por ejemplo, un parisino hizo cola de tres horas para probar las fresas, al día siguiente regresó y volvió más de 25 veces, hasta que decidió abrir la tienda de París. Nos dijo que necesitaba que hubiera fresas de verdad, que allí no sabían igual”, asegura Fernández. El canon de apertura de una franquicia de La Fresería es de 20.000 euros, aunque la inversión global asciende a unos 50,000 euros. Sobre el papel se fija una rentabilidad a un año, “aunque en realidad se recupera la inversión en dos meses”, detalla Barreno.
Dan empleo a más de medio centenar de personas, facturaron en 2024 unos cuatro millones de euros y confían llegar a los 10 millones de ingresos en el presente ejercicio. “Somos muy de números. Todo lo tenemos calculado”. Incluso el número de fresones, entre 12 y 13 piezas, que se incluyen en el vaso de mayor tamaño, relatan estos dos emprendedores, con experiencia previa en marketing. Saben bien, por tanto, del impacto y la expectación que generan las largas colas en la gente, que espera a la puerta de locales más bien pequeños, de no más de 25 metros a la vista, aunque la trastienda sea bastante más grande. Cuentan además con influencia en las redes sociales con una cuenta llamada Planes Brutales, a la que siguen más de un millón de seguidores.
El secreto del éxito de La Fresería, afirman, está en el cuidado de los detalles: una vez que el cliente consigue entrar en la tienda “hacemos que vivan una experiencia divertida, ya que solemos tener una fresita que va entregando regalos para hacer más llevadera la espera, tenemos una selección de música que se elige entre todos”. Sus clientes tienen múltiples perfiles, desde familias, hasta jóvenes de entre 20 y 25 años, o profesionales que acuden al salir del trabajo. Sobre todo, destacan que se trata de un público que repite: “más del 55% de la gente vuelve varias veces a darse un capricho dulce”.
Dentro del establecimiento aguarda un mundo dulce, “pero también sano, porque promovemos el consumo de fruta, como son las fresas”, con un grifo del que emana un chorro de chocolate con leche y avellanas, la estrella de las coberturas, aunque también tienen de chocolate negro, según una receta que les elaboran en Italia. “La textura del chocolate junto con la acidez de la fresa es perfecta, porque no es ni dulce ni amarga”, añade Barreno, mientras muestra la selección de coberturas sólidas, donde la estrellas ahora mismo son el pistacho (por aquello de la moda del chocolate Dubái, elaborado con este fruto seco) y las cookie dough (galletas a medio hornear).