
Este 30 de octubre se cumplirán 51 años de una de las más renombradas peleas en la muy longeva historia del boxeo, tal fue la llamada “El Rugido en la jungla” (The Rumble in the jungle) por su organizador, el afamado y pintoresco promotor de boxeo Don King, que puso frente a frente a dos de los más grandes peleadores del peso completo que han existido, el carismático e inigualado Muhammad Ali y el demoledor pegador George Foreman, en la primera contienda por una corona mundial montada, en África, sobre un ring de Kinshasa (Leopoldville hasta 1966), capital del entonces país de Zaire, hoy República Democrática del Congo.
Es bueno apuntar que el excampeón mundial, entonces de 32 años, acudió al compromiso contra el imbatido Foreman, 7 años más joven, con récord de 44 peleas ganadas, 31 por KO y 2 derrotas (ante Joe Frazier y Ken Norton), mientras que su rival contaba 37 nocauts, 3 victorias a los puntos y exponía la corona AMB-CMB conquistada el año anterior frente a Joe Frazier, en Kingston, Jamaica, en dos rounds luego de tumbarlo seis veces.
Ali, por su lado, iba en procura de recuperar los cinturones perdidos por vía legal y por disposición gubernamental debido a su negativa, en abril de1963, de formar filas en el ejército para ir a Vietnam, para lo que adujo ser “Objetor de conciencia”, una decisión que lo dejó sin título y que le mantuvo 3 años y medio fuera del ring entre 1967 y 1970.
Había regresado luego de ese largo tiempo perdido,y merced a una corta cadena de triunfos (empañada solo por una derrota a los puntos el 8 de marzo del 71 ante Joe Frazier, en otro combate histórico, en el Madison Square Garden), había abierto la puerta para una pelea de campeonato frente a Foreman, tenido entonces por todos los entendidos como un seguro ganador, con las apuestas 7-1 a su favor para el combate de aquel ya distante miércoles 30 de octubre, acontecimiento que pondría frente a las pantallas de TV en el mundo a una legión de espectadores del Pague por ver que se ha dicho superó en número al de quienes presenciaron (unos 530 millones de personas) la llegada del hombre a la luna cuando Neill Armstrong, Edwin (“Buzz”) Aldrin y Michael Collins descendieron en el en el satélite de la Tierra el 20 de julio de 1969, en la nave Apolo 11. Se dijo entonces (cifra nunca confirmada e imprecisa, por ende), que el número de espectadores para la GF vs MA fue o estuvo cerca del billón de telespectadores, lo que en verdad nos ha parecido siempre una cifra abultada.
Lo que no se discute, para millones de personas, es la designación que se le ha dado de ser la verdadera Pelea del Siglo XX, una pelea que además marcó también un récord en cuanto a la bolsa de los rivales, con $5 millones para cada uno, aportados por dos cadenas de TV a instancias de Don King, quien entonces no disponía de los fondos necesarios como para pagar tal cantidad de dinero.
El combate tuvo de escenario el estadio 20 de Mayo, con un aforo ligeramente superior a los 66 mil espectadores, una capacidad rebasada holgadamente en la histórica refriega de aquella madrugada africana (4;00 am hora local) por requerimiento de la TV, esto es unas 6-7 horas más temprano que en el continente americano, como hemos dicho, en el estadio 20 de Mayo, local que llenaron poco menos del doble de enfervorizados espectadores, la mayoría de ellos anhelantes de un triunfo para el retador, a quien auparon durante todo el tiempo y con mayor estridencia en el asalto final, al grito de ¡Ali, bumaye!, ¡Ali, bumaye! (¡Alí, mátalo!, ¡Ali, mátalo!).
Sigamos ahora, sin más rodeos, con detalles de las acciones de la confrontación, con acierto calificada de épica e inolvidable, que sostuvieron el mítico Ali y el teóricamente invencible George Foreman.
ALI IMPUSO SU PROPIA ESTRATEGIA
Ali manejó aquella pelea en contra de todos los pronósticos, incluso a contramano de las instrucciones de su entrenador de siempre, Angelo Dundee, quien desde el comienzo hasta el final del pleito le recomendó mantenerse alejado del poder destructor de Foreman, quien era una máquina aplanadora que había vapuleado sin misericordia a sus anteriores oponentes.
Ali, repetimos, desoyó el consejo de Dundee, que lucía sensato, y puso en práctica su propio criterio y estrategia: dejó que Foreman atacara y golpeara mientras él se protegía la quijada y el cuerpo para obstaculizar la ofensiva enemiga con brazos y antebrazos por delante.
El joven campeón golpeaba y golpeaba, sin lograr dañar al aspirante, quien además se solazaba en susurrarle cosas como “¿Eso es todo lo que tienes, mujercita?”, “¿No puedes pegar más fuerte, George?”, y otras cosas más, para amedrentarlo y desconcentrarlo, mientras que los espectadores, en su inmensa mayoría, aupaban al retador con un atronador grito en dialecto lingala africano “¡Ali,bumaye, Ali bumaye” (¡Ali, mátalo, Ali, mátalo¡”), repetido desde el primer llamado de la campana hasta el fin de las acciones.
Así llevó el pleito durante los siete rounds iniciales, recostado frecuentemente en las cuerdas, pegado a Foreman como una sanguijuela, una manera de pelear que llamó rope a dope (sin traducción, algo así como pelear de espaldas a las cuerdas). Se ha dicho que al regresar al banquillo en su esquina al terminar el séptimo round dijo a Dundee y a sus asistentes: “Ya él está cansado, pero yo también me estoy cansando. Así que vamos a terminar con esto”.
Al sonar la campana que llamaba al octavo round,Ali saltó al centro del ring, acortó distancias y lanzó y pegó tres, cuatro, cinco golpes secos, rematadoscona potente derecha a la cabezay Foreman–como relataría luego el maestro del Nuevo Periodismo, Norman Mailer, en su libro sobre la pelea, El Combate–, se desbarató, se fue lentamente de lado hasta caer, como un fardo, sobre la lona. Zachary Clayton, el árbitro, un ex jugador del legendario equipo de basquetbol Trotamundos de Harlem, se acercó al caído y entonces ya excampeón del mundo para contar los 10 segundos de reglamento a los 2.58 del asalto y, para asombro del mundo entero aficionado al boxeo, colocar a Muhammad Ali por la eternidad en el Olimpo, el mitológico sitio en que moran los dioses.
LOS DOS YA SE FUERON
Los dos protagonistas de aquella batalla sin igual en la historia, ya no están en esta dimensión terrenal. Ali, quien terminó su carrera con récord de 56-39-5.con un KOt en contra ante su exsparring Larry Holmes, se retiró del boxeo en 1981 (peleó entre 1960-81) luego de perder decisión con Trevor Berbick en Nássau, Bahamas, Diagnosticado con mal de Parkinson en 1984, falleció el 3 de junio de 2016 en un hospital de Scostdale, Phoenix, Arizona, a los 74 años de haber nacido en Louisville, Kentucky, por un ataque séptico debido a causas naturales, según el parte médico. Civilmente tuvo una actividad incesante y destacada como luchador por los derechos de su raza y en la defensa de su religión, la islámica. Quien es para muchos el mejor boxeador de la historia (lugar que solo le discute “Sugar” Ray Robinson), el nacido como Cassius Clay es miembro del Salón Internacional del Boxeo desde 1990, designado Deportista del Siglo XX por Sport Illustrated y por la BBC, a más de ganador delPremio Martin Luther King y de la MedallaPresidencial de la Libertad, entre otros muchos reconocimientos a su labor altruista.
Foreman, quien luego del boxeo se convirtió en un próspero empresario en el negocio de la carne, cayó en una profunda depresión después del revés anteAli, lo que lo apartó del boxeo por 2 años. Se había hecho profesional en 1969 después de ganar el oro olímpico en México-68 y de un retiro de dos años regresó en 1976 y dejó el ring en 1997 con récord de 76 (68 KOs)-5 derrotas, 1 por KO, sin empates. Nacido en Marshall, Texas, el 10 de enero de 1949, murió el 21 de marzo de este año en un hospital de Houston., Texas, por causas no divulgadas por la familia.






